Matrimonio de primera romance Capítulo 1611

Noela se quedó mirando a Apolo durante varios minutos antes de girarse para coger su teléfono.

Al ver que Noela se alejaba de la ventana, Apolo pensó que Noela le ignoraba y pateó una piedrecita en señal de frustración.

Al momento siguiente, su teléfono vibró.

Apolo levantó la cabeza y vio a Noela de pie frente a la ventana.

Sacó su teléfono móvil y vio un mensaje de Noela.

Le preguntó:

—¿Cómo has entrado?

Apolo respondió:

—Trepé por la pared.

—Será mejor que te vayas ahora. Tengo sueño.

Apolo dijo:

—¡Muy bien!

Quería preguntar si Noela estaba enfadada.

Pero no se atrevió a preguntar.

Noela estaba finalmente dispuesta a hablar con él. Si le preguntaba y le recordaba a Noela lo ocurrido en el Club Dorado, ella podría enfurecerse e ignorarlo.

Noela estaba irritada.

Cuando Noela recibió la respuesta, miró hacia abajo y descubrió que Apolo estaba allí. La miraba fijamente como un cachorro.

Noela se detuvo un momento y cerró las cortinas.

Sin embargo, no se fue. Observó a Apolo a través de una rendija en las cortinas.

¿Por qué no se había ido?

Recordó que Apolo era travieso.

Esa noche, Noela siguió mirando a Apolo hasta que se fue.

A la mañana siguiente, cuando Noela bajó las escaleras y llegó a la esquina, oyó la voz de Apolo procedente del piso inferior.

Anoche estuvo mucho tiempo en el patio y hoy se levantó muy temprano.

¿Era un adolescente enérgico?

En cuanto Noela salió, los ojos de Apolo se fijaron en ella.

Carmen solía dar un paseo después del desayuno. Noela y Apolo eran amigos desde la infancia, así que Carmen los dejó solos y salió después de hacer las maletas.

Sólo estaban Noela y Apolo, y el comedor se calmó.

—El desayuno —Apolo empujó el desayuno hacia Noela.

Noela no tenía apetito y comía lentamente. Le preguntó:

—¿Para qué quieres?

Apolo estaba molesto y dijo:

—Noela, no me hagas esto.

Podía aceptar que Noela perdiera los nervios con él, o que le ignorara. Pero no quería que Noela fuera distante con él y le hablara fríamente.

—Vete de aquí si no tienes nada que hablar conmigo. No me molestes a la hora del desayuno —Noela bajó la mirada y evitó el contacto visual con Apolo.

Apolo se sentó a su lado e inclinó la cabeza para mirarle la cara.

—Es culpa mía. No debería haber dicho eso. Si quieres ayudar a Pascual, lo discutiremos a fondo. Tú decides cómo ayudarle, ¿vale?

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