Apolo pensó un momento y le cogió el teléfono a Noela.
Cuando Noela vio el identificador de llamadas, sus ojos se dilataron. Le hizo un gesto con la mano a Apolo, indicándole que le dijera a su madre que estaba bien.
De todos modos, será mejor que diga algo para reconfortarlos.
Apolo asintió ligeramente con la cabeza para mostrar que lo entendía. Luego, cogió el teléfono y se fue.
—Apolo —Carmen no era una exaltada. Incluso en esta coyuntura, mantuvo la calma:
—Recibí la noticia de que Noela estaba herida. La llamé, pero no respondió. ¿Sabes lo que pasó?
—No te preocupes. Ella está bien. Tiene una herida superficial. Estoy en el hospital ahora. Está al teléfono con una amiga, así que no puedes cogerla.
Mientras Apolo hablaba, dio unos pasos hacia Noela, para que la voz de ésta pudiera ser escuchada por Carmen.
—Está bien —Cuando Carmen escuchó la voz de Noela, se sintió aliviada:
—Pídele que me llame más tarde.
—Muy bien.
—Siento molestarla. Has hecho mucho por ella estos años —Carmen sonó como si estuviera conmovida.
—Somos una familia. No hay necesidad de decir eso.
Carmen se rió:
—De acuerdo. Me voy a ir.
Apolo esperó a que Carmen colgara antes de darse la vuelta.
Apolo vio que Noela le miraba. No se dio cuenta de que Noela ya había colgado el teléfono.
Aunque la bella estuviera enferma, seguía siendo encantadora. Su rostro pálido y delgado parecía frágil pero bonito.
Apolo estaba encantado con la belleza de Noela. Oyó que Noela le hablaba, pero se distrajo y no la escuchó con claridad.
Sólo pudo preguntar:
—¿Perdón?
Xaime hizo una pausa, pero pronto ignoró a Apolo y se dirigió directamente a Noela.
—¿Cómo estás?
A primera vista, estas palabras sonaban muy simples, sin ninguna ambigüedad. Sin embargo, si uno escuchaba con atención, podía percibir una sensación de intimidad.
Apolo apoyó la mano en la mesita que tenía a su lado y empezó a dar golpecitos inconscientemente.
Noela se dio cuenta de su pequeña acción, lo que significaba que Xaime estaba perdiendo la paciencia. Era sólo cuestión de tiempo que su paciencia se agotara.
Noela sonrió a Xaime:
—Estoy bien. Puedo ir a casa en unos días.
Xaime asintió. Miró a su alrededor y se fijó en el cubo de basura con el ramo de rosas tirado encima.
Apolo lanzó esa flor antes.
Xaime se dio la vuelta y se encontró con la agresiva mirada de Apolo.
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