Apolo se sentó tranquilamente a observar la charla de Noela y Yadira.
Noela rara vez le sonreía cuando estaban juntos. Pero sonreía más cuando estaba con Yadira.
Apolo estaba un poco molesto por esto, pero le gustaba ver a Noela sonreír.
Noela y Yadira estaban charlando. Como Apolo no podía unirse a ellas, bajó a la cocina.
Aunque tenía conocimientos básicos de cocina, los platos que preparaba ya no eran horribles e incluso eran agradables en ocasiones.
Apolo buscó recetas en Internet e iba a preparar una comida de verdad.
Un grupo de sirvientes se paró en la puerta y lo observó. Tras ver que Apolo volvía a lavar la olla, no pudieron aguantar más.
—Sr. Apolo, hagámoslo.
—Sí, Sr. Apolo. Vaya a descansar un poco. Nosotros trabajaremos en ello.
—Sí. La señorita Raquel llegará pronto de la escuela. Puedes ir a jugar con ella...
Antes de que llegaran Apolo y Noela, Delfino fue a recoger a Raquel a la escuela. Ahora no estaba en casa.
—Estoy bien. Puedo manejarlo. Vete. No hace falta que me vigiles —Apolo hizo un gesto, indicando que se fueran.
Los sirvientes no tuvieron más remedio que irse.
Al darse la vuelta, vieron a Delfino trayendo a Raquel.
—Sr. Dominguez, Srta. Raquel —Los sirvientes los saludaron respetuosamente.
Delfino preguntó:
—¿Está Apolo aquí?
Cuando Delfino salió, Yadira le dijo que Apolo y Noela iban a venir. Vio el coche de Apolo aparcado fuera mientras él entraba. Supuso que estaban aquí.
Los sirvientes se miraron torpemente:
—Está en la cocina.
—¿Qué hace ahí? —preguntó dubitativa Raquel, que llevaba una pequeña bolsa.
—Vamos a comprobarlo —Delfino le frotó la cabeza.
Raquel se apresuró a ir a la cocina. Delfino le recordó por detrás:
—Silencio.
—¿Mi mujer? —repitió Delfino y pensó que sus palabras eran graciosas:
—Has visto mucha televisión.
—Baja la voz... —Raquel se dio la vuelta y dijo seriamente:
—Si el tío Apolo nos pilla, se avergonzará.
Delfino se burló:
—Te preocupas por sus sentimientos. ¿Cuándo te vas a preocupar por los míos?
Raquel dijo:
—El tío Apolo es guapo.
Delfino se quedó sin palabras.
Ahora era infeliz.
Cuando mencionaba a Apolo, Raquel siempre hablaba de lo guapo que era. Pero Delfino era su padre.
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