Matrimonio de primera romance Capítulo 1661

Kadarina no sabía adónde la llevaba Juan, pero debido a su confianza en él, le seguía sin preguntarle adónde iban.

Al salir del local, Kadarina preguntó a Juan:

—¿Adónde me llevas? ¿Alguna escena nocturna?

De hecho, no estaba muy familiarizada con esta zona.

Aunque había nacido y crecido en Ciudad Mar, su círculo era relativamente fijo. Como Ciudad Mar era tan grande, no había estado en todos los sitios.

Delante del local había una plaza.

Cuando ambos llegaron a la plaza, Kadarina oyó que una anciana gritaba enfadada:

—¡Juan!

La voz era bastante alta. Kadarina la miró con curiosidad y descubrió que una anciana canosa caminaba hacia ella con expresión alegre.

Estaba corriendo, para ser exactos.

Kadarina se volvió para mirar a Juan con cara de sorpresa:

—¿Quién es esa anciana que llama? Nos mira. ¿La conozco?

Juan frunció ligeramente los labios. Las comisuras de sus labios se inclinaron ligeramente, como si se sintiera infeliz e impotente.

—¿La conoces? —Kadarina susurró.

Juan quería irse y fingió no ver a su abuela.

Sin embargo, María era ágil y caminaba muy deprisa, así que no le dio tiempo a correr.

—Juan, por fin te veo. Llevas mucho tiempo en Ciudad Mar, pero sólo te he visto dos veces. Estás muy ocupado...

María se acercó, fingió estar enfadada y le dio una lección a Juan.

—¿Por qué estás aquí de noche? —Juan miró a su alrededor y descubrió que sólo María estaba allí.

Su mirada no se apartaba de Kadarina. Aunque Kadarina no le tenía miedo, se sentía muy extraña y miró a Juan en busca de ayuda.

Juan se puso delante de María y bloqueó su campo de visión:

—Abuela, deja de hacer el tonto. Te llevaré a casa.

—Te daré esto —María le ignoró y se quitó la pulsera de la mano y se la entregó a Kadarina.

Kadarina realmente no entendía lo que quería decir la abuela de Juan.

¿Todos los ancianos eran tan amables ahora?

¿Darían un regalo tan grande por ser la primera vez que se encontraban con alguien?

Aunque Kadarina no llevaba estas cosas, su madre sabía llevarlas, así que conocía un poco sobre ellas. A simple vista, sabía que eran de gran calidad y valor.

—Tómalo. Vete a casa. Ten cuidado. Llámame cuando llegues a casa —Juan cogió la pulsera y la metió en la mano de Kadarina, esperando a que ésta respondiera.

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