Matrimonio de primera romance Capítulo 243

Alejandro Dominguez se encapotó mandando, -Comamos primero.-

Él había avisado con antelación para tener este almuerzo a todos juntos.

Aunque Alejandro se había retirado del trabajo, era el jefe de la familia Dominguez y tenía la autoridad absoluta en la familia.

Todo el mundo tenía que admirarlo.

Por supuesto, excepto Delfino.

Ni siquiera Alejandro pudo hacer nada con Delfino.

Alejandro estaba chapado a la antigua y estimaba especialmente la Navidad.

Cuando Yadira llegó por la mañana, Alejandro había mandado a alguien a decir que ese día y el día siguiente, si no había ninguna importante, era imprescindible que comiera con todos en la vieja casa.

Mañana era la Nochebuena, y al día siguiente era el primer día de la navidad.

La Familia Dominguez era una gran familia, y el primer día del año comenzaría con muchos invitados, por lo que todos tenían muchas cosas que hacer.

A Alejandro no le gustaba que Jaime no comiera hoy en casa.

Yadira dudaba cómo de enfadado estaría Alejandro si supiera que Jaime estaba allí para recoger a Perla de la cárcel.

¿Estaría tan enfadado que haría que golpearan a Jaime?

No fue hasta que terminaron de comer que Jaime se apresuró a regresar.

-Abuelo.-

Jaime entró con prisa, y era obvio que se había apresurado.

Todos habían comido y aún no se habían ido.

Alejandro miró a Jaime con voz baja, -¡Ya sabes que hay que volver!-.

Él estaba muy serio, con las cejas alzadas, y se sentaba erguido en su asiento, imperturbable.

Yadira no pudo evitar enderezar la espalda y sentarse erguida, y notó que Jaime se estremecía de miedo.

Más sabe el diablo por viejo que por diablo.

Resultaba que Jaime también tenía miedo de Alejandro.

-Lo siento, abuelo, me retrasé un poco por el trabajo.- Jaime bajó la cabeza con obediencia, lo que desenconó a Alejandro.

El tono de Alejandro seguía siendo un poco severo a pesar de ser calmado, -La industria del entretenimiento es un desastre. Todos los días salen malas noticias. Si sigues en ese negocio, ¡más pronto o más tarde, podrías arruinar la reputación. Debes dedicarte a otra cosa!-

Yadira apretó la mano de Delfino por debajo de la mesa.

Delfino se volvió para mirarla.

Yadira hizo un gesto y dijo en silencio, -Está hablando de ti.-

Delfino había montado una empresa de cine y televisión, y Alejandro se había tenido en poca estima.

Delfino apretaba los dedos de Yadira y le lanzaba una mirada de advertencia.

Yadira entrecerró los ojos y se rio en silencio mientras Delfino desviaba la mirada y decía hacia Alejandro, -Abuelo, estoy un poco cansado. Vuelvo a mi habitación primero.-

Terminó, y sin esperar a que Alejandro le respondiera, él tiró de Yadira para irse.

A Alejandro no le podía importar Delfino. Ya estaba satisfecho porque Delfino devolvió a la vieja casa para celebrar la Nochebuena, así que naturalmente no le importaba la actitud y las maneras de comportarse de Delfino.

Jaime miró a los dos con disgusto en sus ojos.

Tuvo que ser reprendido por su abuelo por no volver a casa para comer, mientras que Delfino podía actuar impunemente.

Él sabía que el abuelo había sido preferido a Delfino.

Yadira se dejó llevar por Delfino y le siguió obedientemente y sin mirar a los demás.

Los dos estaban casi saliendo del restaurante cuando oyeron las palabras de Horacio Dominguez.

Yadira se quedó atónita y su rostro cambió al instante.

Perla la quería muerta, mientras ella también odiaba a Perla, pero nunca la había querido muerta.

Se supone que la vida debe ser respetada, y nadie tiene derecho a acabar con la vida de otros.

Era un concepto muy confirmado por Yadira.

Además, Perla era su hermana.

Ella se aseguraría de que Perla fuera llevada ante la justicia en la medida de lo posible, y no quería ver cómo Delfino utilizaba ese tipo de medio contra ella.

-¿Eso te da miedo?- Delfino extendió la mano y tocó la cara de Yadira, -Me has visto matar a alguien antes.-

Su voz era suave, incluso sonaba un poco más suave que su habitual voz frío.

Pero Yadira lo oyó pero se sintió horrible.

Yadira trató de encontrar una excusa para convencerle, -Ella tendrá el castigo que se merece, tú...-

-¿El castigo que se merece?-

Delfino resopló, con un tono burlón y frío, -¿El castigo merecido es que ella entró y solo está encerrada durante diez días más o menos y que luego la dejen salir?".

¿Cómo se podía aplacar la ira con solo una docena de días de confinamiento de Perla?

Solo estuvo a punto de perder a su mujer y a su niño.

Yadira no pudo encontrar las palabras para refutarlo.

Pero ella sentía que nada debía ser como así.

También ella consideró que el castigo de Perla fue demasiado leve, pero consideró que Delfino no podía seguir tratando las cosas de manera tan violenta.

Delfino la besó en la frente y dijo en voz baja, -Tiene que pagarlo.-

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