El avión aterrizó en el aeropuerto internacional de la Ciudad Mar.
Xulio Ruiz había hecho arreglos para que los guardaespaldas esperaran el avión con anticipación.
Tan pronto como Yadira Jimenez y Delfino Dominguez dejaron el aeropuerto, un guardaespaldas los recibió.
El guardaespaldas asintió levemente y dijo, -Señor Delfino. Señora Yadira.
Delfino se volvió y le preguntó a Yadira, -¿Adónde vas?
Delfino estaba un poco indiferente con ella estos dos días, y Yadira también estaba acostumbrada a él.
Ella respondió con la misma tez, -Voy a tu casa a ver a Raquel.
Delfino lo escuchó, miró a Xulio sin emoción en la cara, -Vamos a la empresa.
Después, caminó hacia un coche.
Los guardaespaldas condujeron varios coches aquí. Al ver que Delfino se dirigía a la empresa, tomó la iniciativa de abrirle la puerta.
Xulio dio una mirada a la espalda de Delfino. Y después le ordenó a otro guardaespaldas a su lado, -Envía a la Señora Yadira de regreso.
A Yadira no le importaba lo que dijera Xulio. Alcanzó a Delfino y dijo, -¿Te dejo en tu casa un poco de lo que el anciano me dio?
Delfino estaba a punto de agacharse para subir al coche. Después de escuchar sus palabras, se quedó un poco aturdido y la miró, -No hace falta. Te los llevas todos.
Y se metió en el coche.
El guardaespaldas cerró la puerta, asintió respetuosamente a Yadira y se retiró. Xulio vino a conducir a la empresa con Delfino.
Yadira miró que el coche se alejaba, respiró hondo. Luego dio vuelta y se metió en otro coche.
El carácter caprichoso de Delfino era completamente impredecible.
El guardaespaldas envió a Yadira directamente a la casa de Delfino.
Cuando Raquel Dominguez vio a Yadira, estaba tan feliz que corrió directamente a sus brazos.
-¡Mamá!
Raquel parecía haber ganado mucho de peso. Cuando Yadira la sostuvo, se sintió más pesada que antes.
-¿Comiste y dormiste bien cuando yo y papá no estaban? ¿Eh? -Yadira la abrazó y se sentó en el sofá.
Un sirviente le trajo agua.
Yadira dijo en voz baja, -Gracias.
-¡Sí! -Raquel respondió en voz alta y estiró el cuello para mirar la puerta por donde Yadira acababa de entrar.
Yadira también miró con ella. Después de unos segundos, Raquel apartó los ojos y miró a Yadira, -¿Dónde está papá?
La expresión de Yadira se desvaneció repentinamente. Estaba un poco deprimida, -Papá se ha ido a la compañía. Él tiene algo que hacer.
-Bueno -la voz de Raquel sonaba un poco perdida. Pero pronto volvió a ser feliz.
“No importa si papá no está aquí. Tengo Mamá.” Raquel pensó.
***
Yadira acompañó a Raquel por un rato y planeó regresar.
Antes de irse, Raquel la tiró de la mano para que saliera juntos.
Yadira extendió la mano y le tocó la cabeza, -Yo vengo mañana también.
-No -Raquel hizo un puchero y la abrazó, con lágrimas en los ojos.
Yadira no pudo evitar comprometerle sin ningún principio, -Entonces llamo a tu papá primero. ¿De acuerdo?
Raquel asintió apresuradamente, -Sí.
Aunque era pequeña, si razonó pacientemente con ella, estaba obedecida.
Raquel todavía careció de amor. Cuando era niña, siempre iba acompañada de sirvientes, o un padre estricto. Los niños todavía preferían a las mujeres dulces y hermosas.
Cada niño tenía un sentido natural de dependencia de su madre en su corazón.
Yadira la sostuvo en sus brazos y sacó su teléfono móvil para llamar a Delfino.
No fue fácil que el teléfono móvil solo sonara dos veces esta vez, y Delfino lo contestó.
-¿Qué pasa? -su voz era baja y fría como siempre.
El guardaespaldas que envió a Yadira de regreso del aeropuerto las envió a casa.
No había nadie viviendo en la casa durante una semana y había algo de polvo.
Yadira limpió la habitación, pero Raquel siempre causaba problemas. Por lo que también encontró guantes y delantal para que Raquel los usara.
Pero Raquel era demasiado pequeña. Se vio muy divertida con guantes y delantal.
Yadira estaba preocupada de que Raquel cayera. Así que le arremangó el delantal.
Ella encontró un periódico y le hizo un sombrero puntiagudo.
Raquel corrió por la habitación con el sombrero.
Debido a la presencia de Raquel, la eficiencia de Yadira se había reducido considerablemente.
Afortunadamente, no había mucho polvo. Solo necesitaba una simple limpieza.
Después de la limpieza, Yadira se quitó los guantes y el delantal, y luego los de Raquel.
Cuando ayudó a Raquel a quitarse los guantes y el delantal, ella fue obediente. Pero cuando quiso tomar su sombrero puntiagudo, la abrazó y no la dejó moverse.
Yadira no pudo evitar reírse y le preguntó, -¿Te gusta esto?
Raquel asintió apresuradamente, -Sí.
-Bueno. Te lo pones -a los niños les encantaba jugar y encontrar todo lo nuevo. Así que Yadira dejó que ella se lo puso.
Ella le ayudó a enderezar el sombrero puntiagudo en su cabeza.
El timbre sonó.
-¿Sonó el timbre? -Yadira acabó de regresar. ¿Quién vino a ella tan pronto?
-¡Voy a abrir la puerta!
Raquel se ofreció a abrir la puerta. Cuando corría, el sombrero se cayó. Lo recogió y siguió corriendo.
Corrió hacia la puerta y la abrió con gran esfuerzo. Después sonrió y saltó sobre el visitante.
Yadira se acercó para echar un vistazo y descubrió que la persona que vino era Delfino.
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