Yadira no podía imaginarse quién podría enfrentarse al Grupo Dominguez.
En ese momento, el timbre de la puerta sonó de nuevo.
Antes de abrir, ella había mirado por el gatillo y abrió la puerta cuando vio que era Xulio.
-Señor Xulio, ¿cómo que has venido?
Después de abrir, se dio cuenta que Xulio venía con unos guardaespaldas.
-El señor me ha mandado aquí -asintió levemente con la cabeza mientras hablaba.
Yadira se apartó a un lado, -Pasa.
Para ella, Xulio era alguien en que podía confiar.
-No hace falta. El señor me ha mandado recogerte y llevarte a mirar vertidos de novia. Si te parece bien, podemos ir ahora mismo.
Después de escuchar las palabras de Xulio, Yadira se quedó aturdida. Ella aun se acordaba de lo que dijo Delfino, pero no esperaba que lo tuviera organizado tan rápido. Parecía ansioso por casarse.
Yadira preguntó con el ceño fruncido, -¿Y Delfino?
Xulio mantenía su tono respetuoso, -El señor está resolviendo otros asuntos.
Yadira añadió, -¿Y Raquel? ¿Dónde está?
-Está en la casa del señor -al hablar de Raquel, Xulio no pudo contenerse y sonrió.
-¿Y si digo que no quiero ir a ver el vestido de boda?
-Entonces les mando que los envíen a casa, ¿qué te parece señora? -el tono y la mirada de Xulio era más serio que nunca, como si lo hubiera dicho después de haberlo pensado bien.
-¡Señor Xulio! -Yadira forzó el tono-. Tú sabes muy bien que ahora no es momento de hablar de la boda, hay demasiadas cosas por solucionar, ¿por qué no le persuades?
Xulio también estaba aturdido cuando Delfino le mandó preparar su boda. Pero había sido todo tan de repente.
Además, Xulio era una persona que se había casado, después se quedó divorciado y se casó de nuevo con la misma persona.
El final era muy importante, había que tratarlo con cuidado. A veces, no era cosa de enamorarse y casarse. Él y su mujer se casaron cuando terminaron sus carreras universitarias, pero eso fue demasiado pronto, por eso surgieron problemas en el matrimonio, y fue tan cansador que ambos lo dejaron.
Sin embargo, a Delfino y Yadira habían pasado tantas cosas, que incluso él, desde el punto de vista de un ajeno, sentía cansancio, pero seguía esperando que los dos pudieran ser felices.
Sin embargo, Delfino era demasiado dominante, y a veces, su forma de resolver las cosas era un poco extrema. Para Delfino, no había nada que no podía conseguir.
-Señora, si ni tú lo puedes convencer, ¿cómo lo puedo conseguir yo?
La pregunta de Xulio había dejado a Yadira sin palabras.
Delfino era una persona con mucha autoconfianza, muy pocas veces escuchaba las palabras de los demás.
-El carácter del señor es un poco diferente a la mayoría, pero nadie puede impedirle algo que él quiera. Sé que la boda es simplemente una celebración para vosotros. Lo que te molesta es su actitud.
Yadira mantuvo el silencio durante un tiempo.
Xulio se había dado cuenta de eso, así que continuó, -El carácter del señor tiene imperfecciones, eso lo tienes muy claro, después de haber sido hipnotizado, parece que su carácter se ha vuelto peor, pero su amor hacia te no ha cambiado, eso también lo tienes claro.
Yadira había entendido lo que él quería decir. Sus palabras solo querían decir dos cosas. La primera, Delfino era una persona así, pero la persona que él siempre había querido era ella. La segunda, esta boda, se celebraría sí o sí, nadie podía convencer a Delfino.
Al ver que Yadira no decía nada, Xulio dijo directamente, -O sea, después de casaros, puedes tratarlo como quieras.
Yadira aún estaba con el ceño fruncido, pero cuando escuchó eso, solo le quedó asombro en su expresión.
Cuando el coche llegó a la puerta del edificio, dijo Yadira, -Aparca el coche aquí, quiero entrar por la puerta principal.
Xulio la miró con curiosidad desde el espejo trasero, pero no dijo nada y lo hizo.
Yadira no esperó a que los guardaespaldas le abrieran la puerta y se bajó.
Al verla bajar tan rápido, Xulio dijo con prisa, -Espérame un poco señora, voy a aparcar el coche primero.
Ella aún no había entrado por la puerta principal, la recepcionista seguramente no le iba a dejar entrar con facilidad.
Yadira contestó, -Vale.
Levantó la cabeza y miró el alto edificio del Grupo Dominguez, después, con sus tacones, entró adentro.
Nada más entrar, las recepcionistas la reconocieron. En sus caras había asombro.
-Señorita, ¿tiene cita previa?
Yadira sonrió y dijo, -Si no me conoces, ¿cómo sabes que vengo a buscar a alguien?
La recepcionista que le estaba hablando mostró cierta incomodidad.
Aquella chica mantuviera la sonrisa en la cara, -Señorita, ¿viene a buscar a alguien?
-Sí, vengo a buscar a vuestro presidente, Delfino Dominguez -Yadira añadió-. ¿Está aquí?
-Sí... Pero para verlo tiene que tener cita previa.
La recepcionista probablemente había visto la noticias y había creído lo que ponían, por eso cuando Yadira había entrado para buscar a Delfino, las miradas de ellos mostraban un cierto desprecio hacia ella.
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