Matrimonio de primera romance Capítulo 550

Yadira Jimenez miró detenidamente la habitación.

Encontró que además del armario lleno de ropa, también había un pequeño guardarropa lleno de accesorios de mujer, como cinturones, pulseras, broches, pendientes y etc.

Casi todos eran de grandes marcas y, algunos, aunque no las eran, eran con buena reputación.

No sabía para quién se prepararon todas estas cosas, pero debería tener algo que ver con Alfonso Magrina.

Yadira miró a su alrededor y luego se fue a la ventana.

La habitación era espaciosa y tenía un enorme ventanal con excelente luz, que daba al patio.

En primavera y verano, la vista desde aquí sería preciosa.

Pero en este momento, lo único que se veía desde aquí eran los guardaespaldas que patrullaban fuera y los árboles marchitos.

Si quería escapar, parecía que solo podría hacerlo distrayendo a los guardaespaldas.

Sin embargo, no tenía intención de huir ahora.

***

Por la noche, una criada vino a llamar a Yadira para cenar.

-Señorita, la cena está lista. Ya puede ir al comedor.

Yadira se había recostado antes en el sofá para descansar los ojos y acabó quedándose dormida. Ahora fue despertada por los golpes de la criada en la puerta y oyó que ella le decía que bajara a cenar.

Se levantó, se arregló la ropa, fue a la puerta y la abrió.

La criada seguía esperando fuera de la puerta, y después de que ella salió, la criada saludó, -Buenos días. Señorita.

-Buenos días -Yadira mostró una sonrisa amable a la criada.

La criada se sorprendió y sacudió la cabeza alarmada, -Señorita, no necesita ser tan simpática conmigo. Usted es la huésped del señor.

-¿Suele tener huéspedes? -preguntó Yadira como si no le importara la respuesta.

La criada pensó un momento y luego negó con la cabeza, -Rara vez, casi nunca.

-Vale -Yadira respondió y preguntó-. Tú también eres del País A. ¿Cómo te llamas?

La criada frunció los labios y sonrió, -Me llamo Josefa Navarro, pero no me he criado en el País A, y nos adoptó el padrino al señor y a mí.

Yadira captó las palabras clave de la frase de Josefa: adoptar, padrino.

Ella bajó ligeramente la mirada para ocultar la emoción, e intentó que su voz sonara naturalmente.

-¿Padrino? -repitió Yadira, fingiéndose curiosa- ¿Es tu padre adoptivo?

-Sí.

El respeto y la admiración aparecieron en los ojos de Josefa al mencionar a su padre adoptivo, -Es nuestro padre adoptivo, pero le llamamos padrino. Nos ha dado una nueva vida y nos hace vivir. Es un buen hombre.

Un buen hombre.

Un buen hombre era una identidad extremadamente difícil de definir.

Por la mirada y el tono de voz de Josefa, este padrino, efectivamente, parecía un hombre muy bueno.

Yadira dijo ligeramente, -Si tengo tiempo, me pregunto si podría conocer a este caballero de buen corazón.

Josefa sonrió y mostró lastima, -Yo tampoco he visto a padrino desde hace años. Después de que su hija enfermó, vive solo con ella alejado del grupo, rara vez nos conecta y no quiere vernos…

Antes de que Josefa pudiera terminar sus palabras, la voz de Alfonso llegó, -Josefa.

Cuando levantó la vista después de comer, vio a Alfonso mirándola fijamente.

Yadira lo miró un segundo y preguntó, -¿Tienes más apetito mirándome?

-Tienes buen apetito -Alfonso dejó el tenedor-. Parece que estás muy cómoda en mi casa.

-Sí, pero sería mejor que me dejes ver a Mariano -Yadira levantó una ceja y le miró inclinando ligeramente la cabeza.

Alfonso sonrió, se limpió las manos con una toalla y dijo lentamente, -¿A qué viene tanta prisa? Ya que estás aquí, lo verás tarde o temprano.

Su aspecto hizo que Yadira volviera a pensar en Mariano Magrina.

Alfonso y Mariano se parecían mucho, y casi eran idénticos.

Si no fuera por la diferencia de personalidad, Yadira no habría podido distinguirlos.

Yadira le miró, se levantó y salió.

Al salir del comedor, se encontró con Josefa.

Josefa la miró felizmente, -Señorita, ¿come tan rápido?

Josefa parecía un poco más joven que ella, y cuando sonreía tenía remolinos de pera. Con un aspecto tan inocente era fácil sentirse bien con ella.

Pero lo que le había enseñado el asunto de Jaime Lobo era que muchas personas tenían doble cara.

No estaba muy segura de que si la propia Josefa realmente sería tan simpática como aparentaba, pero no debería mostrar su sospecha.

Entonces Yadira le mostró la sonrisa, -Sí, ¿ya has comido?

Josefa sonrió más alegremente, -Todavía no, esperaré a que el señor termine de comer. Su ropa le la han enviado a su habitación.

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