Yadira se paró frente a la puerta de su habitación, abriéndola deliberadamente con lentitud hasta que escuchó el sonido de la puerta abriéndose y cerrándose tras ella.
Yadira se dio la vuelta justo a tiempo para ver cómo se cerraba la puerta de la habitación de enfrente.
«¿Es cierto que Maximiliano vive aquí? ¿Es realmente una pura coincidencia? ¿Puede haber tal coincidencia en el mundo?»
Yadira entrecerró ligeramente los ojos y reflexionó un momento antes de abrir la puerta y entrar.
Sólo que, justo cuando ella entró, Maximiliano, que ya había cerrado la puerta de la habitación, la volvió a abrir de repente.
Se quedó junto a la puerta, mirando hacia la puerta de la habitación de Yadira, y sacó su teléfono móvil para marcar un número.
—Me he reunido con ella y debe sospechar un poco de mí.
Sin saber lo que se decía al otro lado de la línea, Maximiliano contestó con un rostro inexpresivo.
—Lo sé.
***
Al día siguiente, Yadira se empeñó en mirar hacia la puerta de enfrente al salir de la casa.
La puerta de la habitación estaba cerrada y no estaba claro si Maximiliano estaba en casa o no.
Yadira también tenía previsto ver a Raquel hoy antes de ir al estudio de Fátima.
Al pasar por la pastelería, se empeñó en comprar unas delicadas y bonitas magdalenas para Raquel.
Antes de ir a la casa de Delfino, comprobó la hora para asegurarse de que Delfino ya había salido.
Cuando Yadira llegó a la puerta del chalet de Delfino, encontró un coche aparcado delante, con el maletero abierto, y un guardaespaldas estaba metiendo el equipaje en el trasero.
Parecía que alguien se iba de viaje.
Yadira miró hacia la villa y frunció ligeramente el ceño:
—¿Está Delfino en casa?
El portero sabía lo que era Yadira, y el hecho de que Delfino le permitiera visitar a Raquel, aunque ya hubiera abandonado la villa, significaba que todavía tenía estatus.
Por ello, los guardaespaldas también eran muy educados con ella.
El guardaespaldas le contestó muy respetuosamente:
—El señor salió temprano por la mañana.
—¿Qué hacéis con el equipaje? ¿Quién se va?
Yadira acababa de preguntar, y antes de que el guardaespaldas pudiera decir nada, Licia salió de la villa y dijo en voz alta:
—Yadira.
Yadira levantó la vista al oír el sonido y vio a una Licia muy vestida caminando hacia ella.
Recordando las palabras de Maximiliano ayer, Yadira preguntó:
—¿Te vas?
—Voy al extranjero para recibir tratamientos médicos —Licia llevaba una gruesa bufanda de lana y guantes, y todo su cuerpo parecía muy frío y un poco débil.
Habiendo escuchado ayer a Maximiliano hablar de ello, Yadira no se sorprendió demasiado.
Sólo la expresión de calma de Yadira se posó en los ojos de Licia y adquirió un significado diferente.
Licia pensó que Yadira le había dicho algo a Delfino y que por eso éste le había pedido que fuera a terapia.
Licia moqueó, con la voz ligeramente apagada:
—Gracias, Yadira.
Yadira se sintió desconcertada:
—¿Gracias por qué?
Licia pensó que Yadira no quería mencionar esto y se puso una sonrisa.
Licia no llevaba maquillaje hoy, estaba muy guapa aunque estuviera frágil.
—Señorita, es la hora ya —el guardaespaldas del lado habló para instar a Licia a partir.
Licia volvió a mirar a Yadira:
—Me voy, que tú y Delfino tengáis una vida feliz.
Había una sensación de despedida para siempre en su tono.
Le preguntó Yadira con un rostro inexpresivo:
—¿Dónde está Maximiliano? ¿Por qué no está aquí?
—Raquel , no vamos a ver la tele, hoy no hay nada que ver.
Raquel señaló el televisor, con los ojos muy abiertos y escupiendo claramente:
—Mira Definas.
—No es guapo.
Pero Raquel frunció el ceño con una mirada de ocho ojos:
—Sí es guapo.
Yadira tuvo que volver a cambiar el canal a las noticias.
Raquel miraba a Delfino en la televisión, observándolo con gran interés, y de repente dijo:
—Como yo.
—Ejem... —Yadira estaba bebiendo agua y casi se atragantó cuando escuchó la palabra Raquel.
Raquel miró hacia atrás y dirigió a Yadira una mirada inquisitiva.
—Tú, resfriado.
—Sí... tengo un resfriado... cof-cof... —Yadira fingió toser un par de veces.
«¿Qué acabo de oír, Raquel diciendo que Delfino es guapo porque se parece a ella? »
—Toma tu medicina —dijo Raquel con cara de circunstancias.
—Lo tomo más tarde.
Yadira se dio cuenta de que Raquel hablaba bastante hoy, pero con una especie de ánimo arrogante que era fascinantemente similar al de Delfino.
Esa noticia de Delfino fue una lectura rápida.
Esta vez Yadira volvió a cambiar al canal infantil para ver dibujos animados y Raquel no dijo nada.
Sólo que no tardó en oír a Raquel, que estaba a su lado, decir débilmente:
—Aburrido, no es agradable.
«¡¡¡¡¿¿¿¿¿Qué?????!!!!»
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