Si el amor no se ocultaba, la indiferencia tampoco.
Desde que se trasladó de su casa, fue la primera vez que sentía Yadira totalmente aniquilada por la indiferencia de Delfino.
«¡Se acabó todo!»
De repente las lágrimas llenaron en sus ojos. Ese hombre que le prometía un futuro, ya la abandonó ahora. Se quedó desconcertada con las miradas fijas en el suelo dejando que el frío se le penetrara en su corazón azotándola una y otra vez. Con las lágrimas deteniendo en los ojos, Yadira echó a reír.
«No existe en el mundo el amor eterno. Ahora todo el mundo me abandona.»
En este momento sonó su teléfono.
—Hola —dijo Yadira en un tono poco animado.
—¿Dónde estás?
Era llamada de Fatima, y por la cual se escuchó los sonidos de los bomberos.
—No me digas que sigues ahora estando en el edificio —preguntó Fatima asombrada.
—Ahora mismo bajo.
Su tono era tan tranquilo y sereno que la dejó a Fatima bien sorprendida.
—Aunque no es grave el incendio, ¡no puedes tampoco correr el riesgo! ¿Estás loca?
—Ya lo veo, ahora mismo bajo.
Colgado el teléfono, bajó las escaleras. A mitad del camino, se encontró con un bombero, y éste la miró con los ojos asombrados:
—Señorita, ¿estás bien? ¿Por qué sigues aquí?
—Estoy bien, pasa es que he avanzado lentamente —explicó Yadira.
—Menos mal que no es grave el accidente, pero tienes que actuar con rapidez la próxima vez, es cuestión de vida.
—Vale, ya lo veo, luego aprenderé más para reforzar mi conciencia de seguridad —dijo Yadira con un rostro pánico.
—¿Estás bien? —repitió el bombero.
—Estoy bien, gracias.
Apenas salió Yadira del edificio, empezó a buscar a Raquel. Poco después, se encontró con Fatima.
—¿Estás loca? Te veo muy desconcertada estos días, ¿qué te pasó? No me digas que se trata de…
Detuvo de repente Fatima y la miró a ojos descubiertas:
—¿No se trata de Delfino?
Yadira no respondió ni una palabra.
—¿Y tú qué haces por aquí? —sonrió Mariano—. ¡Qué casualidad!
Yadira colgó su teléfono.
—No lo cuelgues, por favor, te puedo esperar.
—Nada importante ya.
La última vez cuando la había salvado Mariano, éste no apareció luego físicamente, sólo le envió mensajes preguntado por ella, pero no los respondió ni uno Yadira, porque no le apetecía. Ahora que se encontró cara a cara, no podría ignorarlo.
—Te vi salir del Grupo Dominguez, ¿estás bien? —la echó una mirada furtiva a Yadira.
—La universidad donde trabajas está lejos de aquí, pero, ¡qué casualidad encontrarte por aquí cuando justo se produjo el incendio en el edificio! —dijo Yadira en un tono poco sorprendido.
Ya no tenía nada que temer a él ya que se había divorciado con Delfino.
Con una actitud serena, respondió Mariano:
—Estoy de vacaciones en estos días, ¿acaso no puedo aprovecharlas para pasear?
«Mariano no es el tipo que pasea sin motivos. Cuanto su actitud es más tranquila, más posibilidad tiene él de ser el autor del incendio.»
Yadira echó a reír,
—¿Crees que tus mentiras se harán realidad si las repites muchas veces? El malvado se queda ahora acostumbrado con sus maldades. Pero tarde o temprano, vas a pagar alto por ello.
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