Matrimonio de primera romance Capítulo 69

Durante la cena, Yadira sentía que la expresión facial de “Fidelio” no era normal.

En realidad, la mayor parte de su vida se presentaba con una cara fría, cuando no hablaba, tenía un temperamento más poderoso.

Sin embargo, aun así, Yadira pudo ver que estaba de mal humor.

Yadira cogió un pedazo de pescado y lo puso en el tazón de “Fidelio”, -Prueba esto, hoy he puesto pimientos y no sé si puedes acostumbrarte a este sabor.-

Sin saborear, “Fidelio” lo agarró y lo tiró directamente a la mesa.

Yadira, -...- Parecía que ella lo estaba molestando.

Sin embargo, no se acordaba de lo que le había provocado. ¿Era porque antes de volver le tiró la bolsa y se enfadó?

No, a pesar de que el hombre era mezquino, en general no se enojaba con cosas tan pequeñas.

Sintiendo a Yadira mirándose a sí mismo, de repente, Delfino levantó la cabeza y dijo, -Dónde estabas el viernes pasado-

-¿Qué?- Yadira se ponía nerviosa ni escuchaba bien lo que decía.

Delfino bajó los palillos, los ojos profundos como la tinta, la miró y dijo en una voz muy lenta y clara, -El viernes pasado ¿Dónde estabas? ¿Con quién estabas?-

Yadira no reaccionaba por un momento y miró hacia él, -¿Qué quieres decir?-

El tono de su interrogatorio la hacía muy incómoda.

Delfino sonríe, con ojos fríos, -¿Estás empezando a sentirse culpable? ¿De verdad te encuentras con los hombres extraños sin dejar a mi primo que lo sepa?-

-¡Qué tontería!- Aunque no era la primera vez que lo decía, esta vez el tono era particularmente exagerado.

Yadira puso los palillos en la mesa con fuerza y se levantó, -Incluso si me vendieron a la casa de Dominguez por cuarenta millones, ¡no significa que cualquiera con el apellido Dominguez pueda intervenir en mis asuntos y estigmatizarme! -

Después de que terminó de hablar, ella salió enojadamente.

Cuando caminé hacia la puerta, ella accidentalmente golpeó el marco de la puerta y era visible que estaba furiosa.

También Delfino perdió el apetito, dejó sus palillos y su teléfono celular sonó.

La llamada fue de Xulio, -Señor, he enviado a su correo electrónico los vídeos de vigilancia y los materiales a los que fui transferido ese día.-

-Bueno, gracias.- dijo Delfino, y colgó el teléfono, se levantó y se fue al estudio.

Lo que Xulio envió a Delfino fue un vídeo de vigilancia del viernes pasado en la farmacia.

Las personas que Yadira contactó en el vídeo, además del médico que le dio su medicina, eran otros dos hombres.

Uno de ellos era un hombre fuertemente armado, con una máscara y una gorra de pato, reconocido a primera vista por Delfino, que era Jaime.

La ubicación de esta farmacia era cerca de los suburbios y Yadira no solía ir allí. Además, el Grupo Jimenez se había especializado en productos de primera necesidad y Yadira no necesitaba trabajar a los suburbios.

En el vídeo, Yadira tomaba el brazo de Jaime, aparentemente estaba pidiendo ayuda.

Más tarde fue llevada por Jaime.

Según el siguiente vídeo, Yadira bajó del coche cuando llegó al centro de la ciudad. Aparte de algunas palabras, las dos personas no tuvieron ningún acto íntimo.

Yadira volvió a poner el cuchillo limpio y se dio la vuelta para mirar seriamente a “Fidelio”.

Ya no quería aguantar más a este hombre.

Él la había ayudado, y ella estaba agradecida por él, pero debía tolerar que él comentara e interfiriera con su vida de manera casual.

-De ninguna manera.- Delfino se había convertido en serio y dijo con frialdad, -¿Quieres que el primo piense que te he echado para que nuestros dos primos nos pelemos?-

-Piensa lo que quieras.- Yadira bajó la cabeza y ya no quería discutir con él.

Delfino estaba de pie en contra de la luz, mientras que Yadira estaba de pie frente a la luz, por lo que las sutiles expresiones de su rostro no pudieron escapar de los ojos de Delfino.

Como ella había salido de la cama en medio de la noche, su pelo estaba un poco desorden, su gruesa y larga chaqueta de plumón se cerraba hasta el cuello, una cara se volvía más blanca bajo la luz, y los ojos, siempre brillantes, estaban ahora cubiertos por la mayor parte de los párpados colgados, y todo el cuerpo se veía deprimido.

Yadira sintió como si hubiera pasado un siglo antes de oír la voz indiferente del hombre enfrente de ella, -Ya, es mi culpa.-

-¿Qué? ¿Puedes repetirlo?- Yadira levantó la cabeza y miró a “Fidelio” con asombro.

¿Le estaba pidiendo disculpas?

Pero “Fidelio” no lo repetía, él echó un vistazo a los tomates cortados que estaban en la mesa, con una expresión natural, -También quiero comer.-

Yadira ya no estaba tan enojada, pero todavía le hablaba, -Yo pondré el veneno en esto, ¿comes?-

Él la miró profundamente, - Si tú lo comes, yo lo comeré.-

-...- ¡Qué tonto!

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