Raquel miró hacia Apolo ladeando la cabeza por un momento antes de decir:
—¡Tío Apolo, buenas!
—¡Eh! — Apolo se puso muy alegre al oírlo— Pide lo que quieras. Tengo trabajo que hacer, y luego vendré a jugar contigo.
Levantó la palma de la mano para chocar los cinco con Raquel.
Raquel le dio una pequeña palmadita a la mano de Apolo.
Yadira se quedó mirando a los dos, muy contenta.
Últimamente Raquel estaba más alegre y habladora, lo cual era muy bueno.
Apolo terminó de bromear con Raquel antes de enderezarse y mirar a Yadira.
—Yadira, le voy a pedir al camarero que te lleve a un mejor palco.
—No, gracias. Me gusta sentarme en la sala. Si se permite me gustaría pedir un asiento cerca de la ventana.
El Club Dorado está en una ubicación privilegiada y el restaurante tiene una buena vista desde la ventana.
Además, era muy aburrido sentarse en un palco cuando ella y Raquel salían a cenar.
—Vale —Apolo asintió.
Durante el Año Nuevo, había mucha gente que acudía a los restaurantes para cenar, especialmente en lugares como el Club Dorado, que solían estar lleno.
Apolo habló con el gerente del restaurante y se sentó un rato con Yadira y su hija. Cuando había una mesa disponible, acompañó a los dos hasta allí.
—Gracias.
Yadira agradeció los cuidados de Apolo.
—De nada —Apolo dijo moviendo la mano.
Miró a Raquel y le susurró a Yadira:
—Aunque ya no estés con Delfino, seguimos siendo amigos. Así que si hay algo que puedo ayudar, dímelo.
En el pasado, Apolo había sido cortés con Yadira por la relación con Delfino.
Pero se conocían desde hace años, y ahora Apolo consideraría realmente a Yadira como una amiga.
Aunque Yadira no fuera la esposa de Delfino ni la mejor amiga de Noela, él seguía tratándola a ella con amabilidad.
—Bien —Yadira asintió.
Apolo sonrió y volvió la cabeza hacia Raquel, mostrando una gran sonrisa.
—Raquel, dame un beso volado.
Raquel parpadeó y dijo con cara seria:
—Mamá dice que no puedo besar a cualquier chico. Ni siquiera si eres guapo.
—Jajajaja… —a Apolo le hizo gracia Raquel y se rió mucho—. Vale, no hay beso. Me voy.
Yadira observó a Apolo alejarse y volvió a preguntar a Raquel:
—¿Crees que el tío Apolo es guapo?
Sabía que Raquel a veces se fijaba mucho en la fisonomía de la gente, que cuando veía a Noela no paraba de llamarla « tía guapa».
Raquel frunció los labios y pensó un rato por un momento antes de asentir afirmativamente:
—Guapo —pero enseguida añadió—. Pero no tan guapo como papá.
—¿Raquel piensa que papá es muy guapo?
Yadira nunca había preguntado qué clase de persona era Delfino en la mente de Raquel.
—Papá es guapo. Papá es el más guapo —Raquel sonrió dulcemente, sin olvidar añadir—. Mamá también es la más guapa.
«De quién aprendió a tener una boca tan meliflua».
Yadira no podía evitar sonreír y tomó el menú para pedir platos.
—Hola, ¿podría pedirle a esta señora que se vaya? No la conozco y está aquí perturbando mi cena.
Cuando Apolo se había marchado antes, les había ordenado expresamente que cuidaran bien de Yadira y Raquel, y naturalmente el camarero no se atrevía a ser descuidado.
Salia palideció ligeramente, pero reaccionó rápidamente y le dijo a Yadira, fingiendo enfada:
——Yadira, no seas así, que sólo harás el ridículo.
Con eso, se dirigió al camarero con cara de arrogancia y le dijo.
—Disculpe, es mi hija y está teniendo un desacuerdo conmigo. Este es nuestro propio asunto familiar, así que debería mantenerse al margen.
El camarero miró a Salia y luego a Yadira, inseguro por un momento.
Raquel estaba confundida, pero escuchó las palabras «es mi hija».
Los dibujos animados decían que la madre de mamá era la abuela.
Raquel miró a Salia con curiosidad y llamó tímidamente:
—¿Abuela?
Esta palabra llamó la atención tanto de Yadira como de Salia.
Yadira sintió que se había descuidado. Raquel cumpliría cuatro años dentro de unos meses, y los niños empezaban a desarrollar la memoria a los tres años, y ella ya sabía muchas cosas.
Las simples relaciones entre los miembros de la familia también ya las sabía Raquel.
Pero Yadira no quería que Raquel conociera las terribles relaciones de la familia Jiménez.
A Salia se le iluminaba la cara de alegría por lo de «abuela » y se dirigió al camarero con más confianza:
—¿Ha oído? Me ha llamado abuela.
—Disculpe, puede adelantarse —dijo Yadira, no queriendo hacer la situación demasiado incómoda, y no queriendo poner al camarero en una posición difícil.
El camarero asintió y se fue.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Matrimonio de primera
Quiero seguir leyendo...