Matrimonio de primera romance Capítulo 765

Delfino sacó su teléfono y lo miró. El nombre «Ximena» que aparecía en la pantalla le hizo desistir de contestar la llamada, así que tiró su teléfono a un lado.

En un principio pensaba apagar el cigarrillo, pero después de esto, siguió fumando hasta que sólo quedó la colilla. Entonces lo presionó sobre el cenicero para apagarlo.

Después, Delfino estiró la mano para coger el teléfono que había tirado antes. Justo cuando lo cogió, entró otra llamada, seguía siendo Ximena.

Delfino contestó sin expresión alguna. No dijo nada y se limitó a esperar a que ella hablara primero.

—¿Por qué no has contestado a mis llamadas? —preguntó Ximena con reproche.

—Estaba en una reunión. —Delfino ni siquiera parpadeó mientras mentía, su rostro seguía sin cambiar su expresión.

Sin embargo, el enfado de Ximena se disipó un poco, y su tono se suavizó. De pronto, dijo de forma agraviada:

—Delfino, hoy he tenido un accidente en la tienda de vestidos de novia...

Delfino encendió el altavoz, se dirigió a su escritorio con el teléfono en la mano y se sentó. Luego dejó el teléfono sobre el escritorio sin ningún cuidado.

Al cabo de un rato, cuando Ximena terminó de hablar, él añadió con indiferencia:

—Todavía tengo varias reuniones hoy. Iré a verte al hospital después del trabajo.

En realidad, Ximena quería que él fuera a verla en ese momento para consolarla. Pero como Delfino dijo que aún tenía varias reuniones, sólo pudo fingir ser tolerante y esperar a que viniera a verla por la noche.

Pero sus pensamientos ya estaban en la punta de su lengua y no pudo evitar callarse:

—¡Solo te centras en el trabajo! ¿Qué es más importante, yo o tu trabajo? Si hubieras estado conmigo hoy en la tienda de vestidos de novia, tal vez no me habría hecho daño.

El rabillo del ojo de Delfino se movió ligeramente, y su tono siguió siendo el mismo:

—Tú eres importante, y mi trabajo también. Pero... tú eres la más importante.

Ximena dijo tanto sólo para escuchar algo agradable de Delfino. Esas palabras de Delfino eran exactamente lo que ella buscaba.

Entonces, había un rastro de alegría en su voz:

—Lo sé. Entonces, cuídate.

—Descansa un poco. —Los dedos de Delfino golpearon el escritorio lenta y rítmicamente. Obviamente, se le había acabado la paciencia.

***

Cuando Yadira volvió a casa, reflexionó sobre lo que acababa de ocurrir y sintió que Maximiliano era algo extraño.

No era solo el hecho de que le ayudó a tratar con Ximena, sino que todo parecía ser extraño desde que apareció, incluso aceptó ser su guardaespaldas.

Pero Yadira no podía decir qué era lo extraño en particular.

Y lo de Miguel volvía a resonar en su mente.

Todas estas cosas se mezclaban y hacían que Yadira se irritara poco a poco. Era como si hubiera una fuerza invisible que los empujaba hacia adelante.

Por la tarde, Yadira se puso a preparar la sopa para Noela y antes de que la sopa estuviera lista, sonó el celular de Yadira.

Estaba ocupada con la sopa y no se fijó de quién era la llamada. Entonces, contestó directamente: —¿Aló?

—Vas a recoger a Raquelita en la guardería esta tarde.

La profunda voz de un hombre salió del teléfono. Yadira estaba a punto de levantar la tapa de la olla, pero su mano se detuvo de repente.

«Esta es.. ¡la voz de Delfino!».

Yadira no dijo nada durante mucho tiempo.

El hombre que llamaba ya estaba un poco impaciente:

—¿No puedes ir?

—¿Xulio no tiene tiempo para ir a recogerla? —preguntó Yadira.

Parecía que Delfino no quería decirle ni una palabra más, ya que sólo contestó:

—No.

—Entonces la recogeré más tarde. —Nada más terminar esa frase, Yadira colgó el teléfono.

Yadira siempre pensaba que si colgaba el teléfono primero, ganaría algo. No pudo evitar reírse de sí misma.

Todavía faltaba una hora para que terminaran las clases, y la sopa ya estaría lista para entonces. Primero comería con Raquel y luego le llevaría la sopa a Noela.

A Noela le gustaba Raquel, así que se alegraría de ver a la pequeña.

Entraron en el ascensor y se detuvieron en la planta donde estaba la sala de Noela.

Esa planta era para las salas VIP. Normalmente, no había gente por allí, por lo que era muy tranquilo.

Justo cuando Yadira salió del ascensor, chocó de frente con un hombre que se dirigía a éste.

Aun costado, Raquel exclamó primero:

—¡Papá!

Inconscientemente, Yadira apretó un poco la mano de Raquel. Su mirada se posó detrás de Delfino, y Ximena, que estaba en una silla de ruedas, giró la cabeza para mirar a Yadira.

Ese hospital tenía una gran reputación. Así que, básicamente, la gente de mayor estatus iba allí a ver a un médico o a ser hospitalizado. Noela estaba aquí, así que era normal que Ximena también estuviera aquí debido a su lesión.

Solo que no esperaba que Ximena estuviera en el mismo piso que Noela.

Delfino actuó como si no hubiera visto a Yadira en absoluto. Se limitó a responder a Raquel:

—Sí.

Raquel se quedó en silencio junto a Yadira, mirando a Delfino y luego a Yadira con cara de desconcierto.

Al ver esto, Ximena pidió a la enfermera que estaba detrás de ella que la empujara hacia adelante. Sonrió a Raquel y le dijo:

—Raquel, ha pasado mucho tiempo. ¿Te acuerdas de mí?

Raquel miró a Ximena y puso mala cara:

—No, no me acuerdo de ti.

Al oír esto, la expresión de Ximena cambió. Entonces, miró a Delfino y dijo:

—Delfino...

—¡Yadira! —La voz de Noela sonó de repente. Yadira miró y vio que Noela también salía en silla de ruedas.

—Me dijiste que ya habías llegado y no llegabas en todo este tiempo, así que pensé que debía salir a ver cómo estabas... —Noela se acercó sin ayuda. Cuando se llegó donde ella, descubrió que el hombre que estaba frente a Yadira era Delfino, y la persona que estaba en la otra silla de ruedas era Ximena.

Noela exclamó en su interior. «¡Qué escena tan... emocionante!».