—Nadie puede arruinar fácilmente la vida de los demás. Si crees que tu vida se ha arruinado, debes ser tú el culpable —dijo Yadira con calma mientras miraba al baño.
—¡Eres tú! Has arruinado mi vida —Ximena miró a Yadira con odio, como si fuera a matarla.
Yadira escuchó atentamente y comprobó que ya no había ningún sonido.
Raquel era inteligente. Puede que no entendiera de qué hablaban Ximena y Yadira, pero se daba cuenta de que estaban enfrentadas. Así que no salió inmediatamente.
Yadira pensó en esto y soltó un suspiro de alivio en secreto.
—Como sea —Yadira fingió irse.
—¡No te vayas! —Ximena la agarró.
Yadira se rió y dijo en voz baja:
—Debes saber que Apolo es el dueño del Club Dorado.
Aunque el Club Dorado también era propiedad de Delfino, Apolo lo había dirigido.
Ximena se lo creyó. Incluso si no fuera por Noela, ella y Apolo tenían rencor entre sí por lo de Delfino hace tres años. Así que no se atrevió a hacer un escándalo aquí.
—Espera y verás. Tengo que hacerte sufrir todo lo que he pasado —dijo Ximena en un tono implacable con el odio brillando en sus ojos. Luego se fue al baño.
Después de que Ximena entrara en el compartimento, Yadira entró también.
Encontró a Raquel y abrió la puerta del compartimento. Raquel estaba allí de pie.
Yadira le tocó la cara y luego abrazó a Raquel.
Raquel se mantuvo callada todo el camino. Yadira quería decir algo, pero no sabía qué decir.
Cuando estaban a punto de llegar a la sala privada, Raquel dijo:
—Era la tía Ximena.
Ximena había sido la madre nominal de Raquel durante tres años, cuando Yadira había estado en coma.
Aunque Raquel y Ximena no eran muy amigas, se conocían más o menos bien.
Además, Raquel tenía buena memoria, así que no era de extrañar que pudiera reconocer la voz de Ximena.
Sin embargo, ¿cómo podría Yadira explicar a Raquel el rencor entre adultos?
Yadira se rió tanto que casi lloró. Dejó a Raquel en el suelo y dijo:
—Entra tú primero. Me he olvidado de ir al baño ahora mismo. Volveré pronto.
Raquel asintió:
—De acuerdo.
Yadira abrió la puerta del salón privado para dejar entrar a Raquel.
Noela le preguntó:
—Yadira, ¿a dónde vas?
—Tengo que ir al baño. Volveré más tarde —luego cerró la puerta.
Se acercó a un lado y levantó la cabeza para calmarse.
Qué niña tan considerada. Cuanto más considerada era Raquel, más culpable se sentía Yadira.
Debe ser porque no era lo suficientemente buena que Raquel tenía que ser tan considerada.
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