Matrimonio de primera romance Capítulo 848

Cuando Yadira terminó sus comentarios, la expresión de Delfino no cambió mucho. Miró a Yadira con calma, como si no tuviera nada que ver.

En ese momento, Yadira se calmó:

—Qué pena. Si realmente mueres en ese accidente de coche, puedo criar a otros hombres con tu dinero. Puedo estar con quien quiera.

Delfino finalmente no pudo mantener la calma y su expresión cambió.

Yadira sonrió y dijo:

—Ya que me dejaste todo el Grupo Dominguez, debes querer que tenga una vida feliz. ¿Por qué no encuentras otro padre excepcional para Raquel para asegurarte de que pueda vivir una vida feliz después de tu muerte?

—¡Yadira! —Delfino apretó los dientes al pronunciar su nombre.

Yadira se sintió feliz al verlo así. Pensó que Delfino aún podía mantener la calma.

Yadira dijo lentamente:

—Me emociona que seas tan considerado conmigo.

—¡Aunque haya muerto de verdad, tengo múltiples maneras de mantenerte viuda para mí durante el resto de tu vida! —Delfino curvó de repente los labios y sonrió. Su sonrisa parecía un poco sombría bajo la tenue luz amarilla del dormitorio.

Yadira se congeló por un momento. Luego se rió con rabia. Realmente no sabía por qué Delfino era tan confiado.

Sin embargo, basándose en su comprensión de Delfino, entendió que Delfino podía hacer eso.

Era como si no hubiera nada en este mundo que no pudiera lograr.

Mientras pensaba esto, Yadira seguía negándose a ceder con sus palabras: —Si realmente estás tan segura de ti misma, ¿por qué alejaste a Miguel?

La habitación se sumió en un extraño silencio. Yadira entrecerró los ojos. ¿Podría ser... que Delfino realmente temiera que ella estuviera con Miguel?

Delfino permaneció en silencio durante unos segundos y dijo: —Duérmete.

Yadira se quedó atónita cuando lo escuchó.

Delfino estaba sentado junto a la cama, mirando a Raquel, que dormía profundamente. Extendió la mano para arroparla y luego se inclinó para besar su cara. Lo hizo todo con delicadeza.

Yadira se sintió ligeramente conmovida. Con sentimientos encontrados en su corazón, fue a la cocina para servirse un vaso de agua.

Después de beber un poco de agua, se apoyó en el borde de la encimera y se despistó.

Unos pasos muy ligeros sonaron desde el exterior del salón. Yadira levantó la cabeza y vio a Delfino caminando hacia ella.

Se dirigió directamente a Yadira y alargó la mano para coger el vaso de agua que ésta tenía en la mano y del que acababa de dar un sorbo, y luego se bebió más de la mitad del agua del vaso de un solo trago.

Yadira frunció los labios y no dijo lo que quería decir.

Al ver que le miraba fijamente, Delfino le preguntó:

—¿Quieres más?

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