Delfino abrazó a Yadira atentamente. La quería mucho.
Yadira se sintió conmovida. Poco a poco se fue relajando y se apoyó en Delfino sin decir una palabra.
Después de un rato, le preguntó a Delfino:
—¿Dónde has estado viviendo últimamente?
Yadira pensó en un principio que Delfino no se lo diría, pero él respondió:
—En casa.
Después añadió:
—Suelo estar muy ocupado, pero mientras tenga tiempo libre, iré a casa.
Yadira lo miró y las dudas en sus ojos eran evidentes. Delfino sonrió ligeramente y besó a Yadira en los labios. Yadira esquivó inconscientemente, pero su cabeza estaba sujeta por Delfino, por lo que no pudo escapar.
Yadira lo hizo inconscientemente.
Llevaba mucho tiempo separada de Delfino. Aunque se veían de forma intermitente varias veces, ya había una barrera entre ellos.
Se querían, pero quedaban por solucionar los problemas que había que resolver. Desde que tenían estas cosas entre ellos, Yadira no podía abrazar o besar a él como antes.
Delfino parecía irritado por su evasión. Hizo una ligera pausa, miró a Yadira durante unos segundos y luego volvió a inclinarse.
Yadira sabía lo que Delfino iba a hacer, así que giró la cabeza en previsión de su acción. Sin embargo, Delfino la sujetó por la cintura y la apretó contra el sofá.
Sus posiciones se invirtieron. Yadira estaba sujeta por la cintura y no podía mover las manos.
Miró a Delfino con rabia:
—¡Suéltame!
Delfino lo consiguió y se sintió muy satisfecho. Era como un niño que había hecho una travesura con éxito.
—No.
Delfino parecía estar muy contento, lo que se podía ver fácilmente en su expresión.
Estaba muy satisfecho con Yadira ahora, que estaba presionada en el sofá y no podía moverse. Ahora podía hacer lo que quisiera con ella.
Sin embargo, no podía actuar imprudentemente. Yadira se enfadaría.
De repente, soltó a Yadira y dijo en tono arrepentido:
—Eres menos crédula que antes.
En cuanto Yadira se soltó, le dio una patada en la pantorrilla. Yadira no quería hacerle daño, así que Delfino no sintió ningún dolor.
Se sentó al lado de Yadira, con su largo brazo apoyado en el sofá, y quiso sujetar los hombros de Yadira.
Yadira le apartó el brazo sin expresión alguna.
Después de que su mano fuera retirada por Yadira, él intentó abrazarla nuevo. Así, repitieron esta acción incansablemente.
Finalmente, Yadira no pudo soportarlo. Dijo:
—¡Delfino! ¿No es aburrido?
—No es aburrido.
Delfino sonaba extremadamente serio.
A juzgar por su tono, estaba serio. Realmente no se sentía aburrido. Al contrario, le parecía muy interesante.
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