Al final, Maximiliano cenó con Yadira y Raquel. Comió rápido y no hizo ningún ruido mientras comía.
Esto podría tener algo que ver con su anterior trabajo como asesino. Cuando era asesino, probablemente siempre estaba solo y no tenía tiempo para comer despacio.
***
A la mañana siguiente, cuando Yadira se dirigía a la empresa, Maximiliano volvió a ser su conductor. El coche circulaba por las calles de forma constante, y Yadira iba leyendo documentos en el coche.
Poco después, el coche, que había ido sin problemas, aceleró de repente y empezó a temblar. Yadira sólo pudo dejar los documentos.
Miró a Maximiliano, que conducía delante. De repente, se le ocurrió algo y le preguntó a Maximiliano:
—¿Pasa algo?
—Alguien nos está siguiendo.
Maximiliano siempre había sido un hombre de pocas palabras.
—¿Otra vez?
Yadira aún recordaba que alguien les había seguido ayer de camino a casa.
Yadira se dio la vuelta y miró el coche que había detrás de ellos. Preguntó a Maximiliano basándose en su instinto:
—¿Es la misma persona que nos ha seguido anoche?
—Probablemente —contestó Maximiliano.
Una persona que se atrevía a seguirlos tan descaradamente o bien tenía un plan detallado, o bien era tan estúpido para hacerlo, como si pensara que Yadira no sería capaz de descubrirlo.
Yadira se volvió y dijo:
—Si todavía nos sigue así cuando volvamos a casa esta noche, haré que alguien lo investigue.
Maximiliano respondió:
—Ya he hecho que alguien lo haga.
Delfino había dado a Maximiliano el derecho de gobernar a los guardaespaldas de la villa, así que Maximiliano no dudaba en darles órdenes. De todos modos, trabajaba para Delfino. Cuando fue necesario para usar el poder de Delfino, Maximiliano supo que debía usarlo.
Yadira se congeló un momento y dijo:
—Gracias. Eres muy considerado.
***
Pronto, Maximiliano atrapó a la persona que había seguido a Yadira.
—Si lo has dicho así, no tengo motivos para rechazarte.
—¡Entonces te lo agradezco de antemano!
Yadira pudo notar que Fatima estaba muy complacida. Se dio cuenta inmediatamente de que Fatima la había llamado porque estaba segura de que ella aceptaría su invitación.
Fatima había alcanzado un estatus tan alto en la industria del entretenimiento. ¿Cómo no iba a ser una mujer inteligente?
A Yadira no le importaba eso. Sólo le dio a Fatima un aviso:
—Pero no podré quedarme mucho tiempo aunque vaya.
—Lo sé. Sólo tienes que venir y firmar con tu nombre. Eso ya sería un gran honor para mí.
Al escuchar las palabras de Fatima, Yadira se sorprendió un poco:
—¿De verdad soy tan importante?
Fatima suspiró:
—Por supuesto. No sabes nada de lo que vales ahora.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Matrimonio de primera
Quiero seguir leyendo...