Matrimonio de primera romance Capítulo 912

Jacobo se reía tanto que se doblaba hacia delante.

Yadira se había arreglado, especialmente el pelo, para el banquete de hoy. El estilista le había colocado una pinza larga y fina en el pelo para arreglarlo.

Yadira observó con indiferencia a Jacobo, que temblaba de risa. El coche zigzagueaba en la calle. Ella sujetó el pomo de la puerta con una mano y trató de coger la horquilla de su pelo tranquilamente con la otra. Se la quitó lentamente.

Mientras Jacobo seguía riendo complacientemente, ella alargó repentinamente la mano para agarrar la cabeza de Jacobo con una mano y apretar la horquilla contra su cuello con la otra.

Yadira dijo con voz grave:

—¡Para el coche!

La risa de Jacobo se detuvo de repente. Como si la cinta de un casete estuviera atascada, sonó especialmente abrupta y extraña.

Como Yadira estaba agarrando la cabeza de Jacobo, el coche empezó a perder el control. Yadira hizo lo posible por mantener el equilibrio.

—¿No quieres volver a ver a Ximena? Si todavía quieres verla, ¡detén el coche! —dijo Yadira con una voz sorprendentemente tranquila.

Yadira tenía a su amado, y sabía lo que se sentía al amar a alguien. Sabía lo reacia que sería a dejar a su amado.

Aunque Jacobo parecía querer morir junto a ella, nunca sería inamovible si le gustaba Ximena. Resultó que Yadira tenía razón, porque el coche había empezado a frenar.

Esto significaba que Jacobo aún no podía soportar separarse de Ximena, y Yadira le había dado un golpe crítico en su corazón.

Yadira habló:

—Abre la puerta.

Había tanto silencio en el coche que Yadira podía oír su respiración nerviosa.

—Sí.

Yadira respiró profundamente mientras el sudor caía de su frente.

—Así es. Delfino ha muerto. Debes estar muy triste, ¿verdad?

Jacobo volvió a reírse. Se estaba comportando como un lunático.

El sudor goteaba en los ojos de Yadira, y sus ojos le dolían un poco. Parpadeó con fuerza y sacudió la cabeza:

—Estoy muy triste, pero ¿no tienes más suerte que yo? Al menos Ximena sigue viva...

Yadira no sabía de qué estaba hablando con Jacobo. Pero lo único que sabía era que tenía que ganar tiempo.

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