Salia se levantó pronto:
—Estoy bien.
Mientras se levantaba, apartó a Yadira en secreto. Aunque Salia era indiferente a Yadira, Yadira todavía se preocupaba mucho por Salia.
Yadira se paró a un lado y miró a Salia cuidadosamente. Entonces descubrió que la mano de Salia estaba arañada. Yadira se enfadó un poco. Se dirigió a Perla y le gritó:
—¿Por qué has empujado a mi madre? Ella se preocupa por ti.
La cara de Perla cambió:
—¿Me estás culpando a mí?
—Yadira, ¿de qué estás hablando?
Salia se dio cuenta y trató de detener a Yadira de inmediato.
—Mamá, Perla te ha empujado. Es su culpa!
Yadira se dio la vuelta y discutió con Salia seriamente.
Sin embargo, a Salia sólo le importaba Perla. Por lo tanto, a Salia no le prestaba atención a lo que Yadira estuviera pensando. Dijo con severidad:
—¡Yadira, discúlpate con Perla!
—Mamá....
Yadira se asustó por la expresión de Salia y la miró con impotencia.
Salia tiró del brazo de Yadira y la empujó hacia delante:
—¡Discúlpate con Perla! ¿Me has oído?
Yadira no creía estar equivocada, pero pensó que debía escuchar a Salia. Yadira miró a Perla y no pudo decir nada.
Perla levantó la barbilla y miró a Yadira con arrogancia. Sus ojos estaban llenos de desprecio. A Perla no le gustaba nada Yadira, y mucho menos Salia.
Yadira sólo pudo susurrar a Salia:
—Mamá.
Salia se volvió. La sonrisa en su rostro desapareció. Dijo fríamente:
—Sígueme.
Yadira siguió a Salia hasta su habitación. Caminó detrás de Salia y cerró la puerta. Yadira recordó que cada vez que Salia hablaba con ella, Salia cerraba la puerta con fuerza.
Salia estaba de espaldas a Yadira, por lo que ésta no podía ver la cara de Salia. Pero sabía que Salia estaba enfadada.
—Mamá....
Antes de que Yadira pudiera continuar, Salia se dio la vuelta y la abofeteó con fuerza.
Salia casi utilizó todas sus fuerzas. Yadira se tambaleó antes de quedarse quieta.
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