Matrimonio de primera romance Capítulo 981

Apolo todavía estaba pensando las palabras de Delfino. Delfino le dio unas palmaditas en el hombro, le quitó la maleta y caminó hacia Yadira.

Yadira y Fidelio habían terminado varias rondas. Delfino llevó la maleta y se sentó junto a Yadira. Él inclinó la cabeza hacia el oído de Yadira y susurró —¿Cuánto perdiste?.

Puso una mano en el respaldo de la silla de Yadira de manera íntima. Yadira se volvió para mirarlo y dijo —dos mil euros.

Delfino se rió. Parecía ser una gran apuesta. En solo unas rondas, había perdido dos mil euros.

Delfino no sintió que Yadira hubiera perdido mucho. Sin embargo, Yadira no era una mujer así. Gastaba dinero, pero no tanto. Ella solo pagaría por lo que fuera necesario.

También sabía que Yadira había decidido deleitar a Noela, por lo que le perdió a propósito.

Yadira le dijo a Delfino cuando no era su turno —Saca el dinero.

Delfino se agachó, abrió la maleta y sacó dos fajos de dinero.

Sacó dos mil euros.

—Un mil quinientos para Noela y otro quiniento para Fidelio. —Aunque Yadira todavía estaba concentrada en las cartas, sus palabras fueron para Delfino.

Cuando Delfino les distribuyó el dinero, se mostró amigable. Sin embargo, su aire era tan fuerte que tanto Noela como Fidelio le tenían miedo.

Fidelio susurró —No es necesario. Somos familia. No tienes que hacer esto....

Delfino enarcó las cejas y Fidelio inmediatamente se calló y tomó el dinero.

Noela tampoco se atrevió a aceptar el dinero. Ella dijo con cuidado —Solo jugamos por diversión. No puedo aceptar el dinero.

Delfino dijo con indiferencia —Tómalo y compra lo que quieras.

Delfino miró fríamente a Apolo. Apolo sintió que no había hecho nada malo, así que encogió los hombros y se sentó junto a Noela.

Noela frunció el ceño y se giró para mirarlo —No me molestes. Aléjate.de mí.

Apolo se quedó sin palabras.

Raquel sostuvo una lata de nueces y se acercó a Delfino. Sacó un anacardo y se lo entregó —Papá, come.

Delfino miró a Raquel. Bajó la cabeza y tomó con la boca el anacardo que Raquel tenía en la mano.

Al ver esto, Raquel rió. Ella también tomó uno. Luego estiró el cuello y quiso verlos jugar a las cartas. Pero era demasiado baja y la mesa era alta, por lo que no podía ver nada.

Delfino extendió la mano y la levantó por los brazos. La sentó en sus rodillas.

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