Matrimonio Forzado romance Capítulo 5

Saravi.

—Saravi, ven, te acompañaré junto con las damas a tu habitación —mi madre insiste para intervenir, tomando mi brazo más fuerte de lo normal; irrumpiendo la mirada sostenida que teníamos el rey y yo.

Asiento con el furor en mis venas, tratando por todos los medios de no dar rienda suelta a mis impulsos. Pero al final no puedo hacerlo. Entonces digo lo que tengo en mi garganta.

—Pero… ella si es de mi confianza… señor. Espero que reconsidere mi propuesta, porque puedo elegir también… —solté creando un ambiente mucho más tenso y continué mi caminata, casi arrastrada de mi madre.

Ella no dice nada, las mujeres que caminan junto a mí, parecen mirar hacia el vacío, es imposible que me adapte así, jamás podré estar aquí sin la compañía de Nadia.

Luego de subir algunas escaleras y pasar varios pasillos abiertos, una habitación enorme es abierta ante mis ojos.

—Mi lady, comenzaremos a preparar su baño —explica una de las damas.

—Les pido cinco minutos con mi hija, yo misma las haré pasar cuando termine —pide mi madre provocando un escalofrío en mi cuerpo.

Las mujeres asienten y salen apresuradas mientras Jemina pone seguro a la puerta, y gira en mi dirección.

—¡¿Cómo puedes hacernos pasar una vergüenza así?! ¿Retar al rey? ¡Vaya insolencia!

El tono de mi madre se ha salido de control, su rostro está rojo de la histeria mientras camina de lado a lado por la habitación.

—Solo hice una petición… —respondo bajo.

—Ah, ¿sí? Pues ahora me vas a conocer, Saravi, ahora mismo iré a pedir que no se te conceda tal cosa, ¡Tú has pasado los limites! Enviaré a Nadia a donde más nunca la puedas ver.

¿Qué?

—No te atrevas, madre… —logro pronunciar preocupada.

—Pues lo verás, lo verás con tus propios ojos, he hecho muchas cosas, Saravi, como persuadir en contra de la otra candidata a la corona y fíjate el resultado… Estamos aquí.

Una risa de satisfacción se asoma en mi rostro ante la mentira que mi madre habla, porque sé perfectamente que fue lo que pasó en ese caso.

—Nunca hubo otra candidata… Nunca el príncipe decidió otra cosa… ¡Tú mientes!

Los ojos de mi madre comienzan a agrandarse mientras se acerca lentamente hacia mí.

Una mano es estampada en mi mejilla dejándome algo aturdida, entonces coloco mi mano en el lugar enrojecido y adolorido inmediatamente. No la observo y no quiero hacerlo, no levanto mi cabeza en ningún momento; solo logro ver como sus pies se mueven en dirección a la puerta, dejando pasar al conjunto de servidoras al momento siguiente.

Necesito pensar con claridad, necesito buscar una solución para Nadia, y si es necesario pisotear mi orgullo, lo haré para que ella esté conmigo.

Luego de un relajado baño, junto con tres mujeres por supuesto, soy vestida por un bello atuendo que no estaba entre mis cosas, y luego de arreglar mi cabello como yo nunca yo pude hacerlo, las damas comentan que han concluido.

—Cualquier cosa que desee mi lady, estamos a la puerta.

—¿Cómo te llamas? —pregunté a una de ellas, mientras que las demás se retiraron.

—Yo… No es necesario mi lady, yo… —pronuncia titubeando, hasta que es interrumpida por otra persona a la cual desconozco totalmente.

—¡Bienvenida, Saravi! ¿Puedo pasar?

Su ornamento y su forma de actuar me dejan claro que es de la familia real, yo asiento para que ella pase, entonces la mujer se posiciona frente a mí en un sofá individual.

—Soy Hanna Sabagh… —pronuncia delicadamente ofreciéndome su mano.

—Saravi… Eljal —respondo tocando su mano a forma de saludo, haciendo una pequeña reverencia con la cabeza.

—Es cierto todo lo que han dicho, ¡Eres muy hermosa! —dice sonriendo—. ¿Estás preparada para esta noche?

—¿Esta noche?

—Lo sabía, no leíste mi carta —dice sonriendo.

¿Su carta? No leí ninguna, pero si hubiese sabido que ella escribió una, la curiosidad me hubiese llevado a leerla.

—Lo siento… Ha sido todo muy rápido, pero, las traigo conmigo…

—No te preocupes, sé cómo es todo esto, solo quería ayudarte para que no estuvieras tan perdida aquí.

—¿Qué pasará esta noche? —pregunto intrigada.

—Tendremos una cena, una muy formal donde sellarán el pacto entre familias, es algo privado que nuestra familia hace antes de la ceremonia —sus palabras solo alteran mis nervios, y me hacen querer salir corriendo.

—Pensé que vería al príncipe hasta la boda.

—No, verás a mi hermano hoy mismo.

No sé el por qué, pero el corazón comienza a latirme muy rápido, no sé si sea temor, o un poco de aversión mezclada con los nervios ante la noticia.

—Entiendo… —digo un tanto desconcertada.

Hanna se levanta un poco confundida, y al instante comienzo a sentirme mal por ella, su intención fue buena, inclusive me ayudó a sentir mejor.

—Hanna… —ella voltea de inmediato y yo coloco la mano en mi boca ante mi falta de protocolo—. ¡Lo siento mi lady! Lo que…

—Puedes llamarme por mi nombre, me sentiré mucho mejor así —dice en tono dulce.

—Gracias por todo, la verdad si estoy un poco perdida aquí, aparte hay algo que me ha entristecido mucho —y aprovecho la oportunidad, pensando en Nadia.

—¿Entristecido?, pero… ¿Qué cosa? ¿Qué te ocurre?

Este es el momento.

—Mi dama de compañía vino conmigo, pedí que ella se pudiera quedar a mi lado, ya sabes la costumbre de sus oficios hacia mí, pero me lo han negado —explico sincera.

—¿Quién te lo negó? —pregunta con interés.

—Tu padre, el rey.

Ella da un suspiro lento mientras niega varias veces.

—Le mencionaré el tema a mi hermano, estoy segura de que no será problema —dice por fin mientras que una sonrisa se forma en mi rostro.

—Muchas gracias, de verdad.

—No tengas cuidado, recuerda que en un par de horas nos veremos.

Luego de mi conversación con Hanna, comienzo a sentirme un poco mejor, ella se parece totalmente a su madre, de alguna forma no tendré que luchar con todos aquí. Aunque cierta preocupación de vez en cuando me invade, ignorando dónde puede estar Nadia, creyendo que posiblemente ella esté asustada.

Por la noche unos toques suaves en mi puerta, anunciaron que ya debía ir al salón principal, las damas que me ayudaron hicieron un trabajo extraordinario, por lo tanto, me lleno de valentía y comienzo a salir rumbo a la cena.

Tengo nervios, naturalmente desconozco todo lo que pasa aquí, desconozco cada persona y me siento fuera de mi entorno.

Cuando llego al salón, un lacayo me hace reverencia y coloca su brazo para direccionarme al comedor, y por lo que logró divisar desde lejos, ya está casi lleno.

Todos están allí, los reyes, mis padres, Hanna y un hombre a su lado que asumo es el hermano menor, Kader, por sus rasgos joviales.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Matrimonio Forzado