Kalil.
—Kalil, por favor… —intervino Alinna viniendo hacia mí.
Entonces cuando estaba a unos pasos coloqué de golpe mi palma para que no se acercara, y luego la miré fijo como si quisiera matarla con mis manos.
—Morirás Alinna, tu pena será la muerte aquí mismo en el palacio, y no te salvarás de ello, por nada del mundo.
Su rostro se puso pálido y lívido, sus labios se abrieron para decir algo, pero fue interrumpida por su padre Bilal.
—Majestad, ¿Qué está diciendo? —dijo colocándose delante de su hija como si eso fuese a protegerla.
—Su hija será acusada de traición Señor —dijo Basim en tono fuerte y claro, entonces el hombre titubeo varias veces viendo a Dima muy asustado.
Recorrí el escenario, Hanna miraba a mi madre como si esto fuera un mal sueño, a lo que mi madre le cambiaba el rostro en varios colores.
—Majestad… ¿Por qué se acusa a Alinna de traición? —pregunto su padre nuevamente haciendo caso omiso a Basim.
Traté de calmar un poco la ansiedad que me dominaba, debía ser rápido con esto, porque después necesitaba enviar una notificación, en cuanto lo que me dijo Saravi.
—Alinna se alió con Omer Bozkurt —cuando dije eso, los padres de Alinna quedaron impactados, entonces ella comenzó a llorar negando—. Ella dio firmó una carta dándose de cómplice y testigo a lo que el hombre envió a muchos reinos. Engañó a las naciones diciendo que Angkor y sus soberanos habían robado a su prometida, lo habían humillado y otras sartas de mentiras que Alinna debe saber muy bien… Pero yo le resumiré Bilal. Alinna traicionó su propia nación, solo por…
Me detuve, y luego fijé la mirada en ella.
—¿Cuál fue tu razón Alinna? ¿Poder? ¿Ambición? ¿Odio? ¡¡¡¿Qué?!!! ¡Dime! ¡¿Qué te llevo a esto?! — expulsé yendo hacia ella zarandeándola tanto que las manos de sus padres comenzaron a alar mi chaqueta desesperados.
—¡Por favor, señor! —Dijo Dima en llanto— ¡Por favor!
—¡Familias enteras, Alinna!, ¡tu gente…! Solo por… ¿Odiar a Saravi?
Los sollozos de Alinna, su madre y alguien más se escucharon mientras un silencio se estableció en el lugar.
—Yo no sabía nada de los ataques… lo juro —intervino ella llevando sus manos al rostro—. Jamás traicionaría mi país, tú lo sabes…
—¡No me digas que se nada de ti! —le grité—. Yo no te conozco, no sé quién es ese monstruo que metió en esa cabeza Alinna, pero yo no te conozco.
—Por favor —lloraba—. No lo sabía. Omer solo dijo que él quería a Saravi para él…
Restregué mis manos en el rostro varias veces, estaba desesperado.
—Hija, ¡por Dios! —Intervino Dima—. ¡Ya basta!
—¡No…! Necesito decirles la verdad. Ese hombre solo me dijo que se llevaría a Saravi, nunca habló de invadir nuestro país. Me pidió mi firma aceptando nuestro trato, para que después no tomara otras decisiones culpándolo a él. Yo pensé que lo hacía por costumbre en la forma de llevar un trato, nunca pensé en esto. Por eso vine a decirte hoy cuando escuche todo lo que estaba pasando, Kalil, yo nunca te haría daño.
Estaba de espaladas a todos escuchando lo que ella estaba diciendo. Pero cuando dijo esto último, volteé hacia ella y le asomé una risa cínica.
—Me has hecho el peor daño que jamás nadie había logrado Alinna. Tú no sabes amar, nunca lo has podido hacer ¿sabes por qué? Porque primero piensas en ti, en tu beneficio, en lo que puedes lograr para ti. Yo jamás hubiese podido ser feliz contigo, no con una persona tan egoísta como tú.
—Kalil por favor, yo si te amo…
—No, tú te amas a ti misma, así como Omer, y como ustedes hay muchos en el mundo que nos hacen pasar tragedias como esta; afectando a gente que no tiene nada que ver con la inmundicia que hay en sus mentes. Alinna… tú ni siquiera me das lástima.
Ella retrocedió dos pasos hacia atrás para chocar con el pecho de su padre, pero él no la recibió como esperaba. Bilal estaba triste hasta la muerte mirando a Dima sin saber qué hacer o que decir.
—Tendrá que venir a una celda conmigo —le dijo Basim a Alinna, y ella asintió secando su rostro.
—¡Por favor, señor! —Dima se adelantó colocándose de rodillas—. Perdone la vida de mi hija, se lo suplico.
Mi madre caminó rápidamente y tomó a Dima de los brazos.
—No hagas esto Dima, por favor…—le dijo mi madre.
—Zura, tú eres madre, ¡ayúdame!
—Basim —ordené sin contemplación—. Lleve a Alinna a la celda, luego de… unos días dictaré su condena.
Basim asintió tomando a la mujer de su brazo mientras Dima gritaba desesperada. No espere más, comencé a retirarme del salón llevándome a Fais conmigo. Había tomado una decisión y no retrocedería ante ello.
Caminé apresurado con Fais hasta llegar a un salón privado, donde saqué mi sello y algunas tintas para firmar la parte de debajo de la hoja.
—Redacta estas hojas, confiaré en usted en lo que ponga, yo debo volver a la habitación de Saravi.
—Sí mi señor, pero exactamente ¿qué debo decir?
—Todo lo que escuchó. Hable como si fueran mis palabras y diga que fue un engaño planificado del reino de Yomal por querer poder. También, acentúe que tenemos ahora mismo los refuerzos de otras naciones amigas, y que ya hemos tomado el control. Fais haga hincapié en las muertes que hemos tenido, en los heridos… en… —me frené en seco volviendo nuevamente a la realidad, Saravi era una de esas víctimas…
—Lo entiendo todo señor —intervine él.
—Creo que ella fue atacada… parece que forcejeó durante un tiempo… yo…
—¿Quiere decir que el maldito quiso obligarla a estar con él? —apreté las palabras lo más que pude.
—Si solo tuviera los morados en los brazos diría que fue una lucha, pero…
—¿Pero?
Janí estaba muy incómodo. Tanto que podía notar que estaba midiendo sus palabras.
—Tiene unas mordidas en sus hombros y cuello. Las marcas de los dientes me dicen que el hombre que estaba con ella quiso abusarla, solo no sé si…
—Basta…—dije comprimiendo mis ojos.
Ahora más que nunca mi decisión quedaba firme. Omer Bozkurt sufriría hasta el último día de su vida. Y yo me aseguraría de ello.
Prometí a Janí, que una vez abandonara la habitación, volvería hasta mañana haciéndole una visita corta a Saravi, para que nada perturbara su recuperación.
«Pero, ¿cómo podía irme a dormir en mi cama, dejándola sola en esta habitación?»
Me hice a un lado de su cuerpo y me acerqué sin lastimarla.
Así que hundí mis manos en sus cabellos hasta acercar su rostro hacia el mío. El cuerpo y el rostro de Saravi no tenían color alguno, estaba frente a ella, pero parecía que ella no estaba aquí, y ese pensamiento solo me dolió.
Junté mi frente con la suya, ella sudaba mucho y sus manos estaban frías, no se a que se debía esto.
Entonces me senté para verla de frente y nuevamente la imagen me goleó duramente. Reprimí las ganas que tenía de llorar, porque si ella me estaba escuchando no quería parecer triste, Saravi necesitaba escuchar que la estaba esperando con ansias y que ella debía despertar.
Tomé sus manos hasta que vi una de ellas lo suficientemente hinchada para volver a colocarla en la cama. Repartí besos en los morados de su piel, y luego fui hasta su cuello donde estaban las marcas que tanto molían mi alma.
Solo por un segundo pensé, pero luego me dejé llevar por el amor que sentía por Saravi, nada ni nadie haría que mi amor por ella hiciera excepciones. De este modo tomé su cuello suavemente y le di besos en esas marcas mientras mis lágrimas se derramaban sin contemplación.
—Curarán —susurré muy cerca de su boca que también tenía una marca—. Tú sanarás conmigo y yo contigo amor… luego de ello, vamos a ser tan felices que ni siquiera recordaremos estos momentos. Saravi… tú has sido mi amor desde siempre.
Acerqué mi rostro a su cabello luego me recosté junto a ella aspirando su olor, enredando mis dedos entre los suyos. Así que cerré mis ojos, le daría mi calor, Saravi estaría bien. Necesitaba creerlo.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Matrimonio Forzado