¿Acaso Francisca se había enterado de lo sucedido entre ella y Blanca y había venido a pedir explicaciones con toda su furia?
Macarena se secó las manos y se dirigió a abrir la puerta.
Pero inesperadamente se encontró con un adulto y un niño parado afuera.
"¡Buenas, señora!". Nacho sonrió con sus encantadores hoyuelos.
"Hola, Sr. Dante, ¿a qué debe su visita?". Macarena sintió un escalofrío recorrer su espalda.
La mirada de Dante parecía tener una capa de escarcha que no se derretía jamás, le daba un toque helado a su presencia. Su vista se posó en el delantal a cuadros rojos que Macarena llevaba puesto y luego la retiró con indiferencia.
"Parece que no estás muy contenta de verme".
"¡Sr. Dante!". De repente, un hombre de cabello y ropa oscura apareció al lado de la puerta y le entregó a Dante el gran ramo de rosas que estaba sosteniendo. Dante tomó las flores con sus dedos largos y ágiles y se las extendió a Macarena.
"Eh...". Macarena tragó saliva. "¿Por qué me traes flores?".
"Es bastante obvio...".
"Te estoy cortejando". Sin cuidado alguno, Dante empujó el ramo en sus brazos, y aprovechando que Macarena estaba atónita, tomó a Nacho de la mano y se adentró en el pequeño apartamento.
"Te dije que esperaras a que yo te buscara".
El hombre de negro cerró la puerta tras de sí con mucho tacto.
Macarena quedó desconcertada con el ramo en brazos.
Incluso si estuviera cortejándola, no tenía por qué ir a su casa.
Antes de que pudiera reaccionar, Dante ya se había acomodado en el sofá, y lo que era un salón espacioso, de repente se sintió apretado.
"¡Qué aroma tan delicioso!". Nacho olió el perfume del arroz cocido.
"Acabo de preparar algo de comida, pero me temo que al Sr. Dante no le gustará. ¿Prefieren que pida algo de comida a domicilio...?".
"No me importa tu habilidad culinaria".
"¡Soy muy buena cocinando!". Macarena apretó los dientes, aunque en realidad era una cocinera promedio.
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