—Regina Nieves, por favor, no culpes a papá por ser desalmado. Su compañía está sufriendo pérdidas de manera reciente. Por lo tanto, en realidad, no hay mucho dinero de sobra. Además, liquidar las cuentas médicas de tu madre es como lanzar dinero a un pozo sin fondo. -La voz de Fernanda Luján era suave pero desdeñosa. De repente, cambió su voz a un tono mucho más suave—. Regina, somos hermanas y en verdad quiero ayudarte. Recibirás un millón mientras prometas hacer eso por mí. Puedes usar el dinero para cubrir las cuentas médicas de tu madre.
Un escalofrío atropelló a Regina mientras se arrodillaba junto a la cama de su madre y comenzaba a temblar. Fernanda no se molestó con su silencio.
-Regina, será mejor que lo pienses bien. Tu madre morirá si no haces eso. ¿De verdad quieres verla morir?
—Los ojos de Regina se enrojecieron y sintió un dolor palpitante dentro como si fuera apuñalada por una hoja.
«¡No puedo dejar morir a mi madre! ¡En definitiva, no!».
-Lo haré. —Un toque de desesperación brilló a través de sus ojos.
Fernanda sonrió:
—Eso está mejor.
Estaban en el Club de Orquídeas una hora más tarde.
Regina todavía estaba en duda, pero Fernanda la empujó a una habitación oscura. Entonces, un hombre se abalanzó sobre ella como un animal en la oscuridad. Regina soportó el dolor mientras esperaba que esta pesadilla terminara lo antes posible. Sin embargo, esta pesadilla fue un abismo que de manera constante, la arrastró con mayor profundidad...
En la habitación de al lado, Fernanda se desplazó a través de su teléfono de manera casual. El Director Fernández estaba inesperadamente en forma a pesar de estar en sus cincuenta. Fernanda se emocionó cuando pensó en cómo la dulce e ingenua Regina estaba siendo desflorada por alguien como él.
Quería ver cómo Regina iba a mantener la cabeza alta como antes después de esto. El Director Fernández era el Director Principal del gran espectáculo, El Sonido del Trueno. Dejó claro a Fernanda que el papel de actriz principal sería suyo siempre y cuando fuera «obediente».
El hombre se levantó en la habitación tenuemente iluminada.
-Yo asumiré la responsabilidad de esto. Gracias por salvarme.
Este no era el Director Fernández, ese hombre sonaba como un pato charlatán. Por el contrario, este hombre tiene una voz muy profunda y magnética. Era tan encantador que Fernanda se estremeció y extendió su mano para encender la luz.
El hombre de pie frente a ella era alto, guapo y parecía emanar un resplandor. Fernanda casi suelta un grito de conmoción al echar un vistazo más de cerca.
¡En realidad era Carlos Navarrete!
El tercer hijo de la familia Navarrete, la familia más eminente de Ciudad de las Flores. Su influencia era tan grande que podía sacudir toda la ciudad.
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