Mi Chica Melifluo romance Capítulo 124

Había una gran jarra de agua pura en la habitación, Dulce se sirvió un vaso lleno de agua y se lo bebió de un trago, luego se limpió los labios y giró la cabeza para mirarlo.

—¿Qué quieres hacer? Si quieres venganza, todo en la familia Rodríguez está en tus manos ahora, sólo quiero esta casa, di un precio.

—Sergio no te pagará por ello.

Alberto se apoyó en el marco de la puerta, mirándola con una expresión que parecía sonreír y aparentemente no sonreír.

Llevaba sólo un pantalón de pijama, la mitad superior de su cuerpo estaba desnuda, con músculos firmes, vientre apretado, brazos fuertes, no parecía un caballero, ¡apenas no tuvo un tatuaje en el pecho!

Dulce sólo tardó unos segundos en darse cuenta, y al instante maldijo con rabia,

—Eres despreciable, tú eres el que hizo que alguien fuera a poner una queja a la familia Fernández.

Tragó despacio y se acercó, poniendo sus manos en la barbilla de ella y sacudiéndola suavemente mientras decía con voz grave.

—Tengo que recordarte, Dulce, que ahora eres mi esposa y tienes que llevar mi apellido, ve a ducharte y luego a dormir bien para ir al hospital mañana.

Mientras la Mansión Dulce se convertía en una jaula, Dulce era como un pájaro al que no se le permitía respirar libremente, temía y odiaba al hombre que tenía delante.

Desenroscando el agua, se colocó bajo la boquilla y dejó que el agua fría le bañara el cuerpo para calmarse...durante cinco, diez, veinte minutos...El sonido del agua retumbaba solitario y frenético, y ella no encontraba ninguna razón para salir y enfrentarse a él.

La puerta sonó de repente, y Dulce se sobresaltó, girando la cabeza rápidamente cuando Alberto entró con una botella de aceite medicinal.

—Fuera, yo me estoy duchando —Dulce se apretó el pecho, muy enfadada.

—¿Temes que te mire? —Se burló, estiró la mano y agarró la mano de Dulce de su pecho—, No importa, tú también me has visto.

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