Mi Chica Melifluo romance Capítulo 39

Dulce subió a toda prisa las escaleras. Se puso un vestido blanco de seda sin mangas con un sujetador blanco y unas bragas blancas debajo y se recogió el pelo largo. Se apresuró a entrar en la cocina, abrió la receta y sacó un montón de platos de la nevera y los apiló todos en la mesa.

Mientras lavaba los platos, el coche de Alberto entró en el patio.

Lo único que tenía que hacer era averiguar lo que Alberto estaba tramando lo antes posible. Si sólo buscaba una mujer divertida con la que jugar por capricho, dejaría que se aburriera antes de ella y la dejaría en paz. Si es agresivo, ella fingirá ser blanda, lo atraerá y lo herirá con chile primero.

Pero el auto aliento es para cualquiera, pero cuando Alberto entró y le puso la mano bajo la falda, ella no pudo evitar ser tímida y apartó su mano apresuradamente.

—Siéntate un rato, casi he terminado la cena.

Torció la cabeza y forzó una sonrisa.

—Eres tan obediente.

Volvió a extender la mano, su mirada hosca cayó a través de su fino camisón hasta sus caderas. Le subió el camisón con la palma de la mano y le metió una pierna, dejando que las piernas se separaran con un poco de presión.

—Tengo que lavar los platos.

Su respiración se agitó al sentir que él frotaba deliberadamente su pierna contra la de ella.

Alberto soltó una risa baja, rodeando su cintura con una mano y recogiendo la receta con la otra. La página a la que acudió era un plato muy ligero de apio frito con lirios.

—¿Compraste lirios?

Revisó las verduras de la encimera de cocina y no encontró rastro de lirios.

—No, te haré una ensalada de lechuga —dijo Dulce con rigidez. Lo mejor era que él odiara especialmente la comida para que ella no tuviera que cocinar para él en el futuro.

Alberto dejó caer la receta, cogió una zanahoria y la tiró al fregadero con un fuerte chapoteo.

—¿Has dicho que me coma estas hojas?

—¿No te gusta la alimentación ligera?

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