Mi Chica Melifluo romance Capítulo 51

La cena familia duraba casi dos horas. El cuenco frente a Alberto estaba aún casi limpio, y fumó exhalando el humo ligeramente mientras miraba en silencio a los invitados que tenía delante.

—¿Por qué comes tan poco? Cecilia giró la cabeza y miró a Alberto.

—Es un poco picante. Se quitó el polvo de la ceniza del cigarrillo y habló con desparpajo.

—¿Todavía no se te ha curado el estómago? ¿Qué, el Dr. Manuel que te presentaron la última vez tampoco funciona? Cecilia le preguntó de nuevo.

Luna también giró la cabeza y alargó la mano para acariciar su frente, con el rostro lleno de amor:

—Te quedaste bien en Estados Unidos, ¿por qué volviste para crear una empresa?

—Alberto, tú y Elena sois novios de la infancia, creo que deberías dejar de elegir, casarte pronto, no hagas esperar a tu madre y deja que Elene se ocupe de ti. Cecilia volvió a decir.

Elene sonrió y giró la cabeza para mirar a Alberto.

—Tía, si no te das prisa, le arrebatará otra persona. Susana se sujetó las mejillas con una mano y miró a Alberto con una sonrisa.

—Yo iré primero. Alberto levantó sus largas cejas, apagó su cigarrillo a medio fumar y se levantó.

—¿Por qué te vas? Espera y juega unas rondas de cartas con tu madre y conmigo. Cecilia le gritó.

—Deja que Elene juegue contigo. Alberto ni siquiera miró hacia atrás y se alejó.

—Tío está muy ocupado. Susana sonrió descaradamente y tiró de Felipe para que se levantara:

—Vamos a ver una película.

Ella no dijo ni una palabra.

Alberto se sentó en el sofá y la observó con ojos fríos.

—De acuerdo. Terminó su trabajo y se acercó para colocarse frente a él, como una criadita diligente y obediente, con una mirada de paciencia en esos ojos.

Alberto sonrió:

—Qué bien te portas.

—Siempre y cuando estés satisfecho. Dulce susurró.

En cuanto Alberto extendió la mano, tiró de ella para que se sentara sobre sus rodillas, y sus dedos se metieron directamente en su ropa, no había ropa íntima ni pantalones en su interior. Todo lo que tocó el vientre de sus dedos fue una sensación suave y ligeramente cálida.

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