Cordelia se rascó el pelo, la frustración que sentía era obvio.
Al ver que no pronunciaba palabra en tanto tiempo, dijo con impaciencia:
—¡Suelta lo que tengas que decir! ¡Si no tienes nada que decir, adiós!
—¡Espera!
Seguido de un grito bajo, Aurelio se puso de pie y caminó hacia ella.
Inexplicablemente, a Cordelia se le alteró la respiración.
El hombre se detuvo frente a ella y la miró con las manos en los bolsillos del pantalón.
Captando la frustración que brilló en el rostro de la mujer, en la expresión tensa del hombre, se pudo ver una fugaz alegría.
—¿Anoche te enfadaste conmigo por esto?
Cordelia lo miró con sorpresa.
Aurelio añadió débilmente:
—¿Te lo dijo la gente de la familia Pozo?
Los ojos de Cordelia se agrandaron otra vez.
«¿Por qué lo sabe todo? ¿Tiene alguna especie de súper poder?».
Aurelio pronto resolvió sus dudas.
—Solo pocos saben de mi promesa matrimonial con la familia Silvela. En la Ciudad J, solo la señora Libertad, que tiene una relación cercana con la familia Silvela, lo sabe, pero anoche no te encontraste con ella y tampoco te lo contó en la llamada de antes, así que podemos descartarla quien no podría habértelo contado.
—Pero aparte de ella, seguro que hay más gente que te lo dirá. Como el nieto favorito de la señora Libertad, es probable que Zaid se enteró por casualidad. Siendo tu amigo desde la infancia. Al ver que te estás casando con alguien “indecente”, se le ha ocurrido contártelo con el propósito de ayudarte, ¿verdad?
Cordelia estaba boquiabierta, no podía describir con palabras la conmoción que sentía en su interior.
«¿Acaso este hombre... es un adivino?».
Pero después de un breve desconcierto, rápidamente se calmó.
Dio un paso atrás antes de dirigirle una mirada con indiferencia.
—¿Y qué? ¿Te atreves a decir que lo que dijo no es cierto?
—Es cierto —respondió sin vacilar. Eso hizo que Cordelia volviera a aturdirse.
Inmediatamente después, la ira empezó a surgir.
—¿Entonces? ¿Me has detenido para decirme esto?
«¡Realmente me estoy volviendo loca de ira!
¡Nunca he visto a una persona que va arrogante siendo el culpable!
¡Se está pasando tres pueblos!».
Aunque nunca se le pasó por la cabeza de que envejecería con él, al menos ahora seguía siendo la señora Clemente nominal. Incluso si fuera solo por respeto a la cooperación, debería haberle sido sincera con tales asuntos.
«¡Tengo el derecho a saberlo!».
Viendo a la mujercita enojada, inexplicablemente, Aurelio sintió una sensación de satisfacción en su interior.
—¿Estás celosa?
—¡Ni de coña!
Cordelia estaba completamente cabreada, empujó al hombre que tenía delante, rugiendo:
—¡Lárgate! No estoy de humor para decir tonterías contigo. ¡No es mi problema que tengas prometida o hija! ¡Fuera de mi vista!
Parecía estar completamente irritada, incluso tenía los ojos rojos.
Aurelio la miró fijamente.
Los ojos enrojecidos de la mujer reflejaban su propio rostro, se podía ver calma mezclada con otras emociones complicadas.
Después de eso, lo empujó con fuerza para correr escaleras arriba.
Cordelia fue directamente al dormitorio.
Aurelio la siguió de cerca.
Al verla empacando su ropa con furia, sintió un miedo.
—¿Qué estás haciendo?
Él tomó su mano.
Cordelia lo miró con fiereza.
Aurelio quiso decir algo.
—¡Suéltame!
—¡No!
—¡Aurelio, no me hagas echarte la ira!
Le tomó mucho tiempo recoger la mirada y decir:
—Aun así, podrías habérmelo contado de antemano.
—Pensé que lo sabías.
De hecho, aunque lo de que tenía una hija no era conocido por todos, cualquier persona cercana lo sabía.
Cordelia llevaba bastante tiempo en Villa Clemente, pensó que debería haber oído hablar de eso, porque convivía todos los días con Minerva y otras viejas sirvientas que habían trabajado en la familia Clemente desde hacía más de diez años.
Cordelia también pensó en eso, de repente no supo qué decir.
La atmósfera se volvió inexplicablemente incómoda.
Le parecía que había algo extraño en el asunto. Lógicamente, parecía que lo que dijo era cierto, pero seguía sintiendo que había algo raro en eso.
No obstante, no sabía especificar lo que le parecía extraño.
Aurelio la miró y se rio.
—Te lo he confesado honestamente, así que deberías decirme ahora tu motivo de buscar a Karlos.
Cordelia lo miró.
Los ojos del hombre eran tan profundos que no era posible ver su fin.
Ella frunció los labios.
—Lo busqué para investigar la verdad de la muerte de mi madre.
Aurelio frunció el ceño imperceptiblemente.
—¿Sospechas que la muerte de mamá tiene algún motivo oculto?
Cordelia lo fulminó con la mirada.
—¡Es mi madre!
—Tu madre es mi madre, ¿hay algún problema con mi forma de llamarla?
Cordelia no supo qué responder.
«Olvídalo, para qué molestarme en discutir con él».
Ella asintió.
—Sí, pero no tengo ninguna evidencia, así que quería encontrar a alguien para que me ayudara a investigarlo. Más tarde me enteré de que era muy bueno con las investigaciones, por eso le pedí que me ayudara. Hoy ha quedado conmigo solo para contarme algunas noticias que tiene del asunto.
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