Mi dulce corazón romance Capítulo 18

¿Sergio?

¿Por qué estaba allí?

Cordelia se tensó de repente y miró detrás de Sergio, pero no vio rastro de ese hombre.

Anastasia no lo conocía, frunció el ceño descontentamente y dijo:

—¿Quién eres tú?

Aunque la dependienta no lo conocía, conocía al gerente del centro comercial que estaba detrás de él. Entonces rápidamente tiró ligeramente de la manga de Anastasia y le susurró algunas palabras.

Sergio se mofó y ordenó directamente a las personas detrás de él.

—El Grupo Clemente siempre ha tenido la norma de nunca intimidar a los clientes. Un pequeño accionista de un centro comercial se atreve a ser tan desenfrenado y venir a la tienda para intimidar a los clientes. Si dejo pasar esto, ¿a largas no arruinarás la reputación del Grupo Clemente también?

—Gerente Norberto, anota bien lo que dijo hoy la señorita Anastasia, y enséñaselo al presidente Ricardo de vuelta. Que no diga luego que el Grupo Clemente los echó sin importar el contrato. De ahora en adelante, el Grupo Alfaro ya no tendrá nada que ver con el Centro Comercial Tiempo.

El gerente Norberto Ruiz se sorprendió y rápidamente asintió.

El rostro de Anastasia cambió abruptamente.

—¿Eres del Grupo Clemente?

Sergio se burló.

—La señorita Anastasia por fin se ha dado cuenta.

—¡Incluso si eres del Grupo Clemente, tampoco puedes tomar decisiones a tu antojo!

—No te preocupes por si puedo tomar la decisión o no, simplemente regresa y espera el aviso. Supongo que el presidente Ricardo te lo dirá cuando llegues a casa esta noche.

Cuando terminó de hablar, no quiso decir más tonterías con Anastasia, se acercó a Cordelia y le susurró.

—Señorita Cordelia, el señor Aurelio la está esperando afuera, mire…

El rostro de Cordelia cambió levemente y se mordió el labio.

—Mi amiga todavía está arriba…

—Yo me encargaré de explicárselo.

Cordelia lo miró y finalmente asintió.

Después de salir de la tienda, caminó una docena de metros hacia la izquierda y vio a un hombre parado allí.

Seguía teniendo esa apariencia meticulosa con un traje negro. De pie allí parecía convertirse en un paisaje, destacando sus ojos bonitos y su figura guapo y esbelto.

Al verla, la saludó con la mano.

Cordelia se acercó, se paró a un paso de él y sonrió de mala gana.

—Señor Aurelio, ¡qué casualidad! ¿También estás de compras?

Aurelio curvó los labios, levantó la mano y tiró de ella.

Cordelia no se percató de su movimiento, de modo que tambaleó y en ese momento él la agarró hacia sus brazos, dejándola muy sorprendida.

—¿Qué estás haciendo?

—No te muevas.

Aurelio extendió la mano para quitar unos restos en su cabello que no sabía de dónde venían, sus movimientos eran suaves y con mucha naturalidad.

Cordelia se sobresaltó y su rostro enrojeció involuntariamente.

Dio un paso atrás levemente, levantó la mano y se llevó un rastro de cabello suelto detrás de la oreja, inexplicablemente temerosa de mirarlo a los ojos.

—Esto… gracias por enviar a Sergio para ayudarme.

Aurelio sonrió y dijo en voz baja:

—Me encontré con alguien discutiendo en la tienda por casualidad, y la voz sonaba como tú. Luego resultó que eras tú. Tengo que decir que realmente nos ha unido el destino, incluso podemos encontrarnos cuando estamos de compras.

Cordelia no supo qué responderle.

Ella lo miró, un poco curiosa.

—¿No se supone que deberías estar trabajando en la empresa en este momento? ¿Por qué saliste para ir de compras?

El hombre mintió sin hacerlo notar.

—Hoy tengo día libre.

—¡Vaya!

Aunque Cordelia estaba un poco perpleja de que Aurelio se había tomado un descanso el lunes, luego pensó que él mismo era su propio jefe y seguramente podía decidir sus días libres, por lo que no se rayó más.

Miró a su alrededor, no vio a nadie más y preguntó:

—¿Estás de compras solo?

Aurelio asintió.

—¿No es eso muy aburrido?

—Un poco, ¿entonces me puedes acompañar para ir de compras más tarde?

Cordelia se sorprendió.

Esa pregunta… ¡no era fácil de responder!

Ella forzó una sonrisa y se negó.

—Estaré con mi amiga, creo… que no es muy conveniente que te vengas con nosotras, ¿verdad?

Aurelio pensó por un momento y asintió con la cabeza.

—Tienes razón.

—Señor Aurelio, no tendrás nada que ver con esto, ¿verdad?

El hombre negó con la cabeza.

—¿Para ir de compras contigo hice que tu amiga se fuera? ¡En primer lugar no soy tan aburrido! ¡Además no conozco a tu amiga!

Cordelia pensó por un momento, y estuvo de acuerdo con él.

¡Bueno! Entonces a considerarlo no sospechoso por el momento.

Al verla calmarse, Aurelio sonrió y dijo:

—Entonces señora Clemente, ¿tengo la suerte de invitarla a ir de compras juntos?

Lo había dicho con tanta educación que ya le daba vergüenza negarse más.

Cordelia forzó una sonrisa.

—¿Qué quieres comprar?

—Mmm… ¡Ayúdame a elegir dos conjuntos!

***

Cordelia ya era mayorcita y tuvo una relación, pero nunca había ido de compras con un hombre.

Ni siquiera Bosco tuvo ese honor.

Pero había que decir que Aurelio realmente tenía una figura de modelo.

Con hombros anchos, cintura estrecha, figura esbelta, buena proporción del cuerpo, ¡y lo más importante era que lucía muy guapo!

Las chicas de la tienda que le miraban se quedaron fascinadas una a una, todas se cubrieron el pecho por las palpitaciones aceleradas y se sonrojaron.

«¡Dios mío! ¿De dónde ha venido este hermoso chico? ¡Es demasiado guapo! ¡Mamá, quiero casarme con él!», pensaron las chicas de la tienda.

Cordelia se quedó sentada allí sin saber qué decir. Cada vez que Aurelio se cambiaba de ropa, ella asentía con la cabeza.

«Bueno, este conjunto está bien, este conjunto también está bien y este otro conjunto tampoco está mal».

Después de haber visto muchos, descubrió que Aurelio podía llevar todo tipo de estilos.

Al ponérselo él, le daba un gusto indescriptible a cualquier estilo y modelo, a veces le daba ese toque de hermoso, a veces de caballeroso y otras veces de elegante.

En definitiva, si ese hombre se convirtiera en modelo o entrara en la industria del entretenimiento, temía que les iba a dejar sin trabajo a los jóvenes modelos y actores.

Ella no pudo evitar suspirar.

Ya era suficiente que como rico tenía mucho dinero, pero ¿por qué también era tan guapo?

Y ni siquiera le sacaba provecho a su hermoso rostro, ¡era todo un desperdicio!

Cordelia comenzó su fantasía nuevamente, imaginándose en su mente lo popular que sería Aurelio si fuera su artista, ¡definitivamente se convertiría en la fuente de dinero más valiosa!

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