Mi esposa abogada: ¡Estás arrestado! romance Capítulo 28

Después de la llamada telefónica para conocer la actitud de Tania, Maira no dijo nada más.

A continuación, miró a su pequeña hija con el vídeo, pero esta dormía profundamente a esa hora de la noche y no quería despertarla, así que no le habló.

Tras colgar el teléfono, Maira salió de la oficina y se fue a un bar a beber solo.

Estaba un poco achispada, pero no se atrevió a seguir bebiendo por miedo a emborracharse y hacerse daño en el estómago.

Llevando su bolso, salió de la entrada del bar y vio a un grupo de personas amontonadas no muy lejos.

—Dios mío, este tipo está muy mal. Está muy herido.

—Sí, ¿quién lo hizo? Es horrible.

—No lo sé.

***

Escuchando a esa gente hablar, Maira se acercó con curiosidad y a través del hueco entre la multitud, encontró a un hombre caído en el borde del camino, su cara estaba llena de sangre, pero sus rasgos le eran familiares.

Ese es...

—¡¿Yago?!

Inclinó la cabeza para mirar al hombre que yacía allí y se dio cuenta de que era el hijo de su madre adoptiva, su hermano Yago Mendoza.

—Yago, ¿estás bien?

Maira se despertó al instante de su embriaguez y apartó a la persona que tenía delante y se precipitó.

—Yago, despiértate.

Se agachó y levantó a Yago, extendiendo la mano para acariciar su mejilla, pero no hubo señales de que se despertara.

Sacó su teléfono móvil, dispuesta a llamar a una ambulancia, pero se encontró con que la batería estaba agotada, por lo que inmediatamente pidió ayuda a las personas que la rodeaban.

—¿Pueden llamar a la ambulancia? Mi teléfono está sin batería, por favor, por favor.

—Guapa, ¿es tu hermano?

—No te preocupes, hemos llamado a una ambulancia, llegará pronto.

—Sí, llamé hace un rato, espera un segundo, no te precipites.

—¿Tu hermano ofendió a alguien y le dieron una paliza?

***

El público hablaba, pero Maira no sabía nada acerca de que su hermano haya ofendido a alguien

Mirando a Yago, que estaba herido en el borde de la carretera, la ambulancia del hospital llegó poco después y ella lo acompañó al hospital.

Tras pagar la cuota, Maira esperó frente a la sala de urgencias con nerviosismo.

Quería ponerse en contacto con los amigos y familiares de Yago, pero su teléfono móvil también estaba estropeado y no se podía encender en absoluto, por lo que tuvo que quedarse fuera.

El tiempo pasó y, dos horas después, la puerta de la sala de reanimación por fin se abrió.

Maira estaba tan preocupada que inmediatamente se precipitó hacia delante y tiró del médico para preguntarle.

—Doctor, ¿cómo está mi hermano?

—No se preocupe, tiene una fractura en la mano izquierda, una leve fractura ósea en la mano derecha, unas múltiples lesiones graves en el cuerpo y una leve conmoción cerebral, necesita ser hospitalizado, vaya y pague.

El médico le habló brevemente de la situación y le instó a que fuera a pagar.

—Bien, iré a pagarlo

Maira corrió a pagar más de 10,000 euros, luego volvió a la puerta del quirófano y esperó.

Después de un tiempo largo, se había terminado la operación.

—Los huesos lesionados se han unido, y solo tendrá que recuperarse —dijo el médico en tono serio.

—Si, lo sé. Gracias, doctor.

Maira le agradeció y siguió al personal médico hasta la sala de enfermos y montó guardia fuera.

Al ver a su hermano mayor que no había visto en muchos años, se sintió bastante incómoda.

Por aquel entonces, firmó un contrato de alquiler de útero para salvar a su hermano del cáncer, y no se había puesto en contacto con él durante todo el tiempo que llevaba en el país.

Pero nunca pensó que los volvería a ver de esta manera.

Al día siguiente.

Maira frunció ligeramente el ceño al ver a Yago. Su rostro estaba bien afeitado, tenía un aire de madurez, y llevaba unas gafas que le daban la apariencia de un erudito literario.

Pero su nariz magullada y maltrecha era motivo de risa.

Maira también había empezado en la firma, y sin duda conocía la importancia del primer caso.

Después de pensarlo, dijo:

—Bueno, descansa bien, yo te ayudaré con este caso.

No tenía más remedio que ayudar a Yago con el caso.

—¿Pero qué te pasó? ¿A qué tipo has ofendido? Estás tan malherido —preguntó Maira, desconcertada y confundida.

Yago negó con la cabeza.

—No lo sé, lo más probable es que sea el acusado del caso que tomé esta vez. Ya me habían amenazado por teléfono, pero no me importó.

Después de decir eso, Maira sintió que las cosas no eran tan simples como pensaba.

¿Cómo era posible que su primer caso después de la creación de su firma alcanzara los 100,000 euros en honorarios legales? Debía ser una cosa difícil.

—¿Cuál es la situación? —ella prosiguió.

Ante las apremiantes preguntas de su hermana, Yago no tenía intención de ocultarlo y fue tajante.

—En realidad, este caso es bastante delicado, el demandante se dirigió a muchas firmas, pero ninguna se atrevió a aceptar el caso, yo... pensé que los honorarios legales eran bastante buenos, así que lo acepté.

—¿Dónde están los papeles del caso? Déjame ver...

Maira tenía claro que, como abogada, algunos de los acusados eran realmente personas de gran estatus y eran intocables.

—Están en la firma.

—Dame la llave, iré a echar un vistazo.

Al ver la actitud decidida de Maira, Yago dijo que la llave estaba en la chaqueta de su traje.

Maira cogió la llave y salió inmediatamente del hospital, conduciendo directamente a la oficina de Yago.

Encontró una carpeta en el escritorio y la abrió para encontrar que el acusado era...

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