Mi esposa abogada: ¡Estás arrestado! romance Capítulo 63

¿Qué iba a decir si no mentía a Wanda?

¿Cómo era posible decir que Modesto la acompañó ayer al hospital?

Maira nunca había querido romper el matrimonio entre ellos, pero Modesto era demasiado malo para Wanda.

Aunque quería aprovechar la oportunidad de Lara para hacer que Wanda reconociera el carácter de Modesto, no se lo creyó, sino que se disgustó con ella porque había interferido en sus asuntos.

Ahora, cuando Maira intentó explicarse, Wanda tampoco la creyó.

Pues qué más podía decir.

—Maira, me has decepcionado. ¿Sabes que esta tarde es la fecha importante para la licitación del proyecto de Costa Marina? Debido a la influencia de este asunto, el Grupo Romero fue directamente descalificado de la licitación y perdió cientos de millones de euros invertidos en el proyecto.

La cara de Wanda se puso roja de ira, agarró fuertemente su bolso en la mano, mientras decía enfadada.

—Modesto ya ha compensado a tu empresa, así que por favor, ve a hablar con los medios de comunicación claramente. Además, será mejor que abandones el país después de haberte ocupado de las cosas. No quiero volver a verte.

Dejando sus palabras, Wanda se dio la vuelta y se fue enseguida.

Mientras observaba su espalda, Maira abrió los labios, pero no dijo nada.

Maira la consideraba realmente su mejor amiga, todo empezó con la ceremonia de compromiso de Wanda, y en la fiesta de cumpleaños de Javier, fue inexplicablemente drogada, aunque había investigado la vigilancia después, no había averiguado quién la había drogado.

Si no fuera por ese día, ¿cómo podría haber tenido sexo con Modesto?

Maira levantó la mano con impotencia y se dio una palmada en la frente.

—¡Qué desastre!

Se dirigió en silencio a un banco y se sentó.

Pero Maira no sabía que habría sido la prometida de Modesto si Wanda no hubiera conspirado para quitarle su precioso collar.

Tampoco sabía que fue su mejor amiga Wanda quien la drogó en el crucero.

Fue Wanda la que había enviado a Maira a la cama de Modesto por error.

—Modesto, he descubierto una manera de tratar contigo.

Después de estar sentada en la comunidad durante mucho tiempo, Maira decidió finalmente intervenir en el asunto, y sólo cuando se resolviera la crisis de Modesto intervendría para resolver el asunto de Taina.

Maira no tuvo más remedio que hacerlo.

—¿Así que el precio es arreglar las cosas de Taina?

Modesto, naturalmente, sabía lo que Maira pretendía.

—Sí.

Maira admitió enseguida.

—Bueno, tienes un día.

Modesto colgó enseguida, pero inconscientemente no se fiaba en absoluto de Maira.

Naturalmente, no tenía ninguna esperanza.

Como presidente del Grupo Romero Modesto tenía mala conducta y estaba en un pleito sobre vidas humanas, habían provocado directamente la caída de las acciones del Grupo Romero, y muchas empresas habían visto esta situación y cortado la cooperación con su compañía, causando enormes pérdidas.

Maira llamó entonces a Lara.

—¿Tienes tiempo? Quedemos más tarde.

—Abogada Mendoza, no quiero verte —Lara se negó rotundamente.

—100,000 euros para una cita conmigo —Maira mostró su intención de inmediato.

La otra parte dudó un momento y la aceptó.

Media hora después, dentro de la sala privada de la Cafetería SY.

Maira llegó y esperó un rato antes de que Lara apareciera en la sala.

—Siéntate, te he pedido un té de pomelo.

Señalando el asiento de enfrente, sus modales eran cordiales.

Por el contrario, Lara se mostró fría y se sentó al otro lado de la mesa con su bolso.

—Dime, ¿para qué has venido a verme?

Su tono era duro, ya no era suave como lo de ayer, como si fuera una persona diferente.

Qué demonios, Lara siempre evade el punto y decía con convicción que la persona era Modesto.

Todo tenía que ver con Modesto, pero era obvio que Lara nunca vio a Modesto con sus propios ojos desde el principio hasta el final.

—¿Dices que tu gerente vio a Modesto entrar en tu habitación? ¿Hay alguna prueba?

Aparte del testimonio del gerente, lo único que quedaba era la cámara de vigilancia, pero ese día había habido un problema con ella.

La última vez que Maira se había tomado la molestia de preguntar al gerente en el karaoke, éste le había dicho lo mismo.

—Sí, era sólo él —Lara asintió, pero sus ojos parpadearon un poco, como si fuera un poco nerviosa.

Tal vez, ella también sabía que este asunto era sospechoso.

—Bueno. Me pondré en contacto contigo más tarde.

Maira recogió su bolso y se levantó para salir del café, y cuando salió, llamó inmediatamente a Modesto.

—¿Sí?

El hombre respondió al teléfono rápidamente, tanto que ella se sorprendió gratamente.

—¿Puedes prestarme cuatro buenos guardaespaldas?

—¿Qué quieres hacer?

—Te lo diré después, sólo préstame los hombres.

—Bueno.

Por alguna razón, Modesto se había interesado mucho por lo que ella quería hacer y aceptó enseguida.

Una hora más tarde.

En la oficina del presidente del Grupo Romero.

El asistente Jorge empujó la puerta.

—Jefe, soy incompetente al no encontrar al gerente del Karaoke Noche, Manuel Sánchez.

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