Tal vez fuera la presencia del hombre, Paola se calmó bastante, como si no hubiera nada de lo que tuviera que preocuparse.
Leila subió al escenario cautelosamente, y la presentadora le indicó que tomara asiento en el sofá y que no tuviera que estar tan nerviosa.
Como un pajarito sobresaltado, Leila se sentó en el sofá con cuidado, mostrando una expresión muy lamentable.
—Señorita Amengual, bienvenida a nuestra entrevista —Belana saludó sonriendo amablemente.
A su vez, Leila saludó a todo el mundo con cierta torpeza, pareciendo estar un poco incómoda.
Después de todo, hacía mucho tiempo que no se presentaba en una ocasión así, era inevitable que se pusiera nerviosa.
Paola no sabía qué era la intención de Belana de invitar a Leila al escenario, pero tenía la sensación de que las cosas no eran tan sencillas como ella pensaba.
«Bueno, me gustaría ver hasta dónde podría esta Leila.»
Los espectadores en la sala, que no eran tontos, pudieron ver que Paola no había cambiado visiblemente su expresión por la llegada de Leila, lo que les parecía una especie de indiferencia de desprecio.
—Señorita Amengual, ¿podría preguntarle si sigue casada ahora? —Belana preguntó sin rodeos.
—Sí que estoy casada, pero no llevo una vida feliz, e incluso me arrepiento mucho de haberme casado.
Leila tenía la voz entrecortada y no podía evitar que le brotaran las lágrimas de los ojos.
Paola le entregó unos papeles de toalla que tenía al lado, con una suave sonrisa en el rostro.
—¿Su marido la engañó dentro del matrimonio? ¿O nunca la ha amado desde el principio hasta el final? —Belana siguió preguntando.
—Por aquel entonces, yo acababa de llegar a Tanganza y no conocía nada sobre el país ni sabía hablar inglés. No había salido mucho del aeropuerto cuando un ladrón me robó la cartera. Y había sido él, mi actual marido, quien se me ofreció muchas ayudas e incluso encontró un apartamento para que yo viviera. Unos meses después me confesó de repente su amor, me emocioné y acepté casarme con él —Leila explicó sollozando mientras se secaba suavemente las lágrimas con los papeles de toalla.
—¿Qué pasó después que les hizo volverse así? —Belana preguntó a lo fondo.
—Al principio, él fue muy amable conmigo, pero después de un tiempo de estar juntos, descubrí que no era tan bueno como parecía. Sobre todo después de casarnos, empezó a forzarme a tener relaciones íntimas con él contra mi voluntad e incluso a cometerme violencia doméstica. Cuanto más me resistía, más violento se volvía él. Sin poder soportar más, volví huyendo al país —tras decir eso, Leila se echó a llorar incontroladamente, dándole a la gente la impresión de ser una chica indefensa y miserable.
—Si no es una ofensa, ¿podría decirnos el porqué? —Belana preguntó de nuevo.
—No sé por qué, pero siempre me he sentido renuente a él. Cada vez que me deseaba, me negaba hasta que una vez él no pudo soportarlo más y me obligué a tener sexo con él.
Tan pronto como sus palabras salieron de su boca, estallaron susurros entre los espectadores abajo.
Las lágrimas de Leila no cesaron desde el momento en que subió al escenario, y ahora sus ojos se pusieron un poco hinchados de tanto llorar.
Sabiendo que la gente se inclinaba a simpatizar con los débiles, sin importar el motivo o el proceso, Leila hizo todo lo que la señora Alarcón le había indicado, actuando la escena.
—Como no puede aceptar a su marido, ¿quién es la persona que puede aceptar? ¿Es ese amante suyo? O sea, su primer amor, quien ya tiene prometida —preguntó Belana.
—Nunca tuve la intención de romper su relación, después de todo, ya rompimos hace mucho tiempo. Pero cuando volví al país, no tenía nadie con que podía contar aparte de él —Leila respondió con una voz débil.
—Señorita, ¿no habría debido buscar apoyo legal cuando le ocurrió algo tan desafortunado? En lugar de eso, volvió al país, ignorando que su exnovio ya tenía una prometida, y lo molestó constantemente, causando muchos problemas a su prometida.
Las palabras que pronunció Belana daban a todos la impresión de ser completamente razonables, sin ningún atisbo de agresividad.
—Cuando volví al país, no conocía su relación, y mi marido ya me había perseguido hasta Ameriart, acosándome sin cesar, así que no tuve más remedio que escapar en mitad de la noche y acudir al lugar donde él vivía para buscar su refugio —Leila explicó con una voz angustiada y se bajó la cabeza.
Belana la miró, que se hacía la agraviada, y habló con indiferencia:
—¿Así que usted simplemente ignoró el hecho de que su exnovio ya tenía una prometida y se alojó en su casa? Y para protegerle a usted, su exnovio golpeó repetidamente a su marido, y no lo detuvo, ¿verdad? Además, él dejó a su prometida a un lado para hacerte compañía, ¿sí o no?
—No hicimos nada contra la ética. Solo considerando que yo era su exnovia, me ayudó para que pudiera divorciarme sin problemas. Eso es todo...
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Mi Esposa Astuta