MI ESTÚPIDO HERMANASTRO © romance Capítulo 4

MI ESTÚPIDO HERMANASTRO.

Capítulo 3

Me levanté como era habitual para ir al colegio, evité encontrármelo. Salí con mi madre y después él con Rodrigo, cuando llegó al colegio solo cruzamos miradas llenas del mismo resentimiento de siempre.

—Si las miradas mataran, ustedes estarían muertos —comentó Katia.

—Tienes toda la razón, un día de estos vamos a terminar matándonos —escupí.

—Amiga, ¿estás segura de que lo que ambos sienten es odio? —Sonrió, la miré con el ceño fruncido.

—¿Qué insinúas? No ves que cada día nos soportamos menos, me choca tenerlo cerca, odio todo de él, es antipático, engreído, prepotente, amargado, me choca. Podría seguir y no terminaría nunca.

Cuando levanté la mirada él entraba con su novia tomados de la mano, Katia solo observaba, yo puse mis ojos en blanco.

—Si tú lo dices —se encogió de hombros.

—Conozco esa cara, ¿qué estás pensando? —Pregunté.

—No quisiera estar en tus zapatos el jueves —hizo una mueca exagerada.

—Ni me lo recuerdes, mejor cambiemos de tema. Ni te imaginas lo que pasó ayer.

Mientras caminábamos al salón le conté todo lo que pasó.

—¡Oh! por poco te acuestas con Juan, que nervios —susurró.

—La verdad no estaba muy segura.

En ese momento entró él profesor y Juan, lo ignoré, estaba molesta por salir corriendo como lo hizo. El día transcurrió con normalidad, a la hora de la salida Juan me alcanzó y me tomó del brazo.

—Amor, ¿estás enojada? —comentó Juan—,te invito a un helado.

—Saliste corriendo y me dejaste sola —Me crucé de brazos.

—Amor perdón, pero viste la cara de tu hermano, no quería problemas con él —Seguí caminando él tras de mí.

—Que no es mi hermano, aún así, él no tiene derecho de meterse en mi vida.

—Es tu hermanastro cariño, lo sé, pero no quiero problemas con él, ni mucho menos un golpe suyo, ya vez lo amargado que es —me abrazó, me besó, como decirles no a esos besos deliciosos.

—Lo que más rabia me da es que no pude estar contigo, era la oportunidad perfecta.

Le devolví el beso jugando con su lengua, provocando escalofríos en su cuerpo.

—Cariño, para eso tendremos mucho tiempo, no hay prisa —respondí.

Pasamos por un helado, dimos una vuelta por el parque y luego me llevó a mi casa. Entré y como siempre la casa estaba sola, mi madre casi nunca estaba en casa se la pasaba en el trabajo, ya me había acostumbrado a eso, a estar sola. Desde que mi padre se fue mi madre tuvo que trabajar mucho para darme todo lo que necesitaba, menos su tiempo y compañía. Cuando una madre tiene que hacerse cargo de sus hijos pasa la mayor parte de su tiempo lejos de ellos, aunque no les falta nada material les falta lo más importante su compañía y cariño.

A veces me sentía tan sola. Subí y me cambié de ropa, me puse una blusa de tirantes blanca y unos short cortos, recogí mi cabello en un moño alto, bajé y me acosté en el sofá. Tomé mi celular, revisé mis redes sociales, Juan tenía que irse a ayudarle a su padre. Katia tenía que ir a casa de su abuela, me puse a jugar con mi celular cuando se abrió la puerta principal, apareció mi querido hermanastro con Mateo.

—¡Que guapa estás Paola! — me saludó Mateo.

—Muchas gracias —respondí.

Álex solo ignoró y siguió su camino, Mateo parecía embobado mirándome, luego subió y se encerraron en su cuarto. Imaginé que para hablar de fiestas con licor y chicas. Me fui a la cocina y me preparé una rica fruta, estaba picando la fruta cuando entró Álex, traía una camiseta muy pegada a su cuerpo y una sudadera, como algo involuntario mis ojos se fijaron en su cuerpo, pero qué rayos me pasaba, tal vez quería ver si era verdad lo que decían todas, pero no, a mí me parecía horrible. ¡Que asco!

Abrió la nevera y sirvió un jugo, el silencio como siempre era tan cortante e incómodo, salió sin decir nada. Como siempre ignorándonos. Me serví mi fruta y salí al jardín. ¿Cómo hubiese sido mi vida si mi madre me hubiese dejado ir con mi papá? Seguro sería feliz, no viviría en el infierno donde estaba, como extrañaba a mi Papá.

¿Qué sería de él?

Esos pensamientos siempre llegaban a mí. Miles de preguntas llegaban a mí cabeza, preguntas que no tenían respuesta.

¿Dónde estará mi papá?

¿Pensará en mí?

¿Por qué nunca me buscó?

Terminé llorando y triste, pensando en que mi vida era un asco. Me tumbé en el césped con los ojos cerrados, solo lloré tratando de sacar ese dolor que llevaba adentro. Entré a la casa, subí a mi cuarto estaba tan distraída que no me di cuenta y me choqué con Álex solo me miró y seguí mi camino.

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Narra Álex.

—¿Qué le pasa a tu hermana? — preguntó Mateo.

—¡Que no es mi hermana, cómo te lo explico! — puse los ojos en blanco— ,esa está loca, seguro haciendo uno de sus berrinches, a mí que me importa lo que le pase a esa estúpida.

—No te enojes conmigo, al fin es como si lo fuera, bueno entonces no habrá problema, puedo hacer mi lucha —hizo un baile de cejas.

—¿De qué hablas? —pregunté.

—La detestas, pero no puedes negar que tu hermanastra está como quiere. Esa mujer parece una diosa, ese cuerpo esbelto y sus ojos divinos, esos labios carnosos provocativos.

—¿Estás ciego? No le veo ninguna gracia, es simple y no es de mi gusto, me parece horrible

—¿Tú estás ciego hermano?— Soltó una carcajada— .Paola está mucho mejor que las chicas con las que acostumbramos salir, esa mujer es divina.

—Tampoco es para tanto, el ciego eres tú, no es de mi gusto, tienes el camino libre si es lo que quieres, has el intento, pero la tonta esa tiene novio.

—Que mala suerte, pero haré mi lucha y tú me ayudarás, aunque sea para pasar un buen rato con ese cuerpecito.

—A mí no me metas en esas cosas, sabes que no la soporto, me asfixia tenerla cerca, la detesto.

—¿Seguro que la odias? —Fruncí el ceño, él soltó una carcajada—, no te enojes, solo era una broma.

Cambiamos de tema, luego de un rato se fue. No entendía que le veía, no tenía nada de gracia, era una caprichosa, grosera, orgullosa, soberbia, insolente, amargada, fastidiosa, podría seguir y no terminaría nunca, ¿dónde le veían la belleza? Mateo estaba ciego, jamás me fijaría en esa estúpida. Lo único que sentía por ella era odio, la detestaba con el alma. Subí a mi cuarto, cuando pasé por el frente de su habitación la escuché llorar, sentí algo extraño que no podía explicar, seguro solo satisfacción de verla sufrir, seguí a mi cuarto y la ignoré.

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Narra Paola.

Jueves…

Empaqué ropa cómoda como lo dijo el profesor, mi maquillaje que no podía faltar, algunas cosas que podría necesitar. Me puse un suéter azul, sudadera negra, solté mi cabello y me puse labial rojo, estaba lista para los días más horribles de mi vida. Estaba en la sala esperando a mi madre que nos llevaría al colegio, luego bajó Álex, llevaba puesta una pantaloneta y una camisilla negra.

—¿Lista querida hermanita para el infierno? —sonrió malvadamente.

—En cuatro años que llevamos viviendo bajo el mismo techo creo que es la primera vez que tendré que soportarte cerca tantos días, que más infierno que tenerte pegado las 24 horas —escupí.

—En eso estoy de acuerdo contigo mocosa — soltó una risita fingida—, tenerte cerca tanto tiempo ya me produce alergia.

Nos fulminamos con la mirada.

—Chicos, ¿listos para la excursión? — preguntó Rodrigo con una sonrisa.

—¿Cómo se sienten? —Comentó mi madre con ilusión.

—Normal — respondió Álex con frialdad.

—Nada del otro mundo —agregué.

Mamá y Rodrigo cruzaron miradas de tristeza porque nuestra relación no mejoraba, cada vez era peor.

—Arriba el ánimo, aprovechen el tiempo para conocerse el uno al otro — Rodrigo trató de animar la situación.

—Papá, no me interesa —respondió Álex.

—Álex tú eres el hombre de la casa, espero te comportes como tal, cuides y ayudes a Paola en lo que necesita, recuerda que es como tu hermana —indicó Rodrigo.

Puso sus ojos en blanco e hizo una mueca de fastidio.

—¡No necesito que nadie me cuide, le recuerdo que este estúpido y yo no somos nada! —exclamé molesta.

—¡PAOLA POR FAVOR! —gritó mamá.

—Por primera vez de acuerdo con la mocosa esa, nosotros no somos nada y jamás lo seremos que les quede muy claro —intervinó Álex.

Capítulo tres 1

Capítulo tres 2

Capítulo tres 3

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