Capítulo112
-¡No! ¡No voy a disculparme! No importa lo que digas, no me disculparé! – Leona comenzó a llorar
y hacer berrinches de nuevo.
-César, entra -dijo Alejandro con voz profunda. César, que estaba esperando afuera, golpeó la
puerta y entró en el estudio, inclinándose respetuosamente.
-Saca los documentos y preséntaselos al presidente.
-Sí, Alejandro -respondió César con un destello en sus ojos, pero entregó los materiales
preparados a Enrique.
-¿Qué es esto?
-Estos son los informes financieros de la tienda de productos de lujo EV, administrada
conjuntamente por Ema y Leona, correspondientes al año pasado y al presente -dijo Alejandro con
una apariencia atractiva pero serena, su voz baja y uniforme.
Los nervios de Ema y Leona se tensaron al instante y sus rostros se volvieron rígidos.
-Estos informes muestran que desde la fundación de la tienda de productos de lujo hace tres años,
ha habido pérdidas de casi diez millones cada año, y todos los gastos operativos de cada año se
han cubierto con fondos internos del grupo. Desde el principio, se acordó que Ema sería
responsable de las ganancias y las pérdidas de la tienda. Si la empresa gana, el grupo no se llevará
ninguna ganancia, pero si hay pérdidas, el grupo no tiene ninguna obligación de cubrir el déficit –
explicó Alejandro, bajando las largas pestañas fríamente-. Si Leona no se disculpa públicamente,
ejerceré mi autoridad como presidente y cerraré esa tienda de productos de lujo deficitaria.
¿Qué? ¿Cerrar la tienda? Leona se asustó tanto que se quedó paralizada, y Ema estaba furiosa, con
los ojos enrojecidos.
Por un instante, se asomó una ferocidad en el fondo de sus ojos, pero rápidamente abrazó el brazo
de Enrique y comenzó a llorar con lágrimas en los ojos.
-¡Enrique! ¡La tienda de productos de lujo fue el regalo de cumpleaños que me diste hace tres
años! ¿Cómo puedes cerrarla?
Enrique tensó su mandíbula y miró las pruebas en blanco y negro frente a él. A pesar de ser el
presidente del grupo, no pudo rebatir a su propio hijo en ese momento.
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-Puedo considerar esto como un favor hacia ti y no cerrar esa tienda de productos de lujo.
César, confundido, se rascó la cabeza y preguntó cautelosamente: -Alejandro, ¿no decidiste
confrontar a la Señora hasta el final? ¿Por qué cambias de opinión repentinamente?
-Mis asuntos no te conciernen -respondió Alejandro. En su mente, aparecieron repentinamente
los ojos vivaces de Irene y el aroma sutil que exhalaba cuando estaban cerca.
Sus gélidos ojos se inquietaron por un momento.
Se esforzó por convencerse de que el cambio repentino de opinión fue debido a ver el video de
vigilancia y escuchar las arrogantes palabras de Leona, pero ¿era realmente así?
Cuando Ema y Leona acusaron a Irene, cuando Enrique lo presionó para que se divorciara, ¿por qué
reaccionó de manera tan intensa? También había egoísmo en su propio corazón.
-Alejandro, nos costó mucho reunir estas pruebas, ¿y las revelamos solo para que la señorita se disculpe? ¿No es un poco injusto? -César frunció el ceño, todavía insatisfecho.
-No importa. Incluso si revelo este asunto, el presidente tiene sus formas de encubrir a Ema. Su vínculo es profundo -se burló Alejandro fríamente, apartando la encantadora mirada de Irene de
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vivir en paz. Después de todo, la última vez perdí la subasta debido a Beatriz, así que le debo una.
Suspiró suavemente, sintiendo una opresión dolorosa en su pecho-. Esta vez, consideremos que le devuelvo el favor. No quiero deberle nada más.
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