Capítulo145
Este asunto era el tabú más doloroso que Clara había estado reprimiendo en su corazón.
Después de perder a su hijo hace dos años, durante mucho tiempo no se atrevió a pasar por
tiendas de maternidad e infantil, ni a escuchar a alguien hablar de un niño. Incluso las imágenes
de bebés en la televisión la hacían abrazarse la cabeza con dolor, sintiéndose mal por un largo
tiempo.
Ella siempre recordaría aquella noche de Navidad hace dos años, nevando, cuando conducía sola
con abuelo a la playa para ver la nieve. Sin embargo, tuvo un accidente en el camino. Para salvar a
abuelo lo más rápido posible, sin importar su propio dolor, lo cargó en el coche y se dirigió de
inmediato al hospital, ganando tiempo valioso para salvarlo.
En ese momento, la familia de Hernández estaba de vacaciones en Nueva York, y Alejandro fue a
los EE.UU. para pasar la Navidad con Beatriz.
Clara aguantó el dolor en su abdomen, sosteniéndose hasta que Adrián, el secretario del abuelo,
llegó. Pero finalmente, sin fuerzas, cayó de rodillas como si estuviera desmayándose.
-¡Señora, usted… está sangrando!
En medio de la confusión, vio que estaba sangrando continuamente debajo de ella, y la cálida y
pegajosa sangre se convirtió en una sombra imborrable en su memoria.
Fue entonces cuando se enteró de que estaba embarazada, de dos meses, pero nunca llegó a
disfrutar de la alegría de ser madre, perdiendo al niño para siempre.
Su hijo con Alejandro.
-Señora, ¡contactaré al señor de inmediato! -Adrián temblando en medio de la confusión, sacó el
teléfono móvil, pero fue agarrada por la mano fría de Clara. O
-Por favor… le ruego…
Con el corazón destrozado y el miedo en sus ojos, lágrimas rotas cayeron por sus mejillas mientras
suplicaba: -Alejandro no sabe de esto… si lo sabe, se sentirá herido… se enojará conmigo… por
favor… mantén este secreto por mi… ¿puedes hacerlo? 2
Clara cerró los ojos con fuerza, inconscientemente cubriendo su estómago, su garganta estaba
llena de dolor y tristeza.
7/3
Viendo que ella estaba siendo arrastrada nuevamente hacia el abismo de la tristeza, María la
abrazó en pánico, mientras Luz y Leticia también se sintieron tristes y desesperadas, todas ellas
apoyándose mutuamente como si sus vidas dependieran de ello.
-Es todo mi culpa, no debería haberlo mencionado… no lo volveré a hacer… no estés triste… no
estés triste… Leticia con su lengua afilada cuando regañaba a otros, sólo sabía consolarla con
estas dos frases torpes.
-De hecho, deberíamos estar agradecidos por ese niño. 1
–
Finalmente, Clara sonrió amargamente con sus labios pálidos, como si hubiera vuelto a la vida.
de frío a pesar de que resistía el frío glacial.
sanguíneos rojos en ellos y sintiendo una punzada en su corazón.
-Por favor, tía Luz, empáquemelo para llevar. Lo comeré en el camino.
-Está bien. Lo empacaré para llevar, y también llevaré la parte de Aarón. -Luz sonrió con dulzura
como una madre amorosa.
-Gracias, señora. -Aarón que acababa de entrar, escuchó esto y se inclinó agradecido.
Acompañada por Aarón, Clara salió de la villa. En ese momento, Julio aún no había despertado y
no quería molestar a su padre. Silenciosamente, se preparó para regresar a la Ciudad de México.
-Clara, si tienes problemas manejando ese gran hotel en la Ciudad de México, debes decirnoslo. Si
la gente de la familia Hernández te está molestando, no te preocupes, no te dejes intimidar.
Asegúrate de decirnoslo
Leticia recordó la última vez que Clara había sido acosada por las chicas de Ana en la subasta y
apretó los dientes con rabia –La próxima vez, los envenenaré a todos con una sola inyección, y
tendrán llagas en la boca para el resto de sus vidas. ¡No se atreverán a hablar nunca más!
-¡Deberías dejarlas paralizadas con una sola inyección! A ver si los malvados de la familia
Hernández todavía tienen la oportunidad de causar problemas
María hizo un sonido crujiente con los dedos. -¿Cómo se atreven a intimidar a nuestra señorita?
Realmente están pidiendo problemas. ¡Se lo están buscando!
Clara no sabia si reír o llorar.
Tia Leticia provenía de una familia de médicos y herbolarios, y tanto en la ciudad de México como
en Valencia, había varios hospitales importantes propiedad de la familia López Leticia también era experta en farmacología y medicina, por lo que no sería dificil matar a alguien con veneno.
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