Capítulo 189
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Alejandro no pudo evitar mirar hacia atrás, pero vio que el escenario estaba vacío. Irene ya se
había retirado sin que él se diera cuenta, lo que hizo que su ceño se frunciera y sus ojos se
llenaran de confusión.
Mientras tanto, cerca de la sala de té.
Los sirvientes estaban ocupados entrando y saliendo antes de marcharse.
Después de unos segundos, una criada que había sido sobornada por Leona miró a su alrededor
cautelosamente y se movió sigilosamente hacia adentro.
Evitando las cámaras de seguridad, sacó las dos botellas de droga que Leona le había dado y puso
una en cada copa antes de llenarlas con champán.
-Una copa para Diego Pérez, y la otra… asegúrate de que el Rodrigo Rodriguez la tome, ¿entendido?
Esta era la orden que Leona le había dado.
Su futuro y riqueza dependían de esto. Si tenía éxito, podría cambiar su destino.
Debido al nerviosismo, la criada sintió una urgente necesidad de ir al baño y rápidamente salió
corriendo.
En ese momento, una chica vestida con un sencillo vestido de algodón blanco entró sigilosamente.
Era la cuarta señorita de la familia Hernández, Noa, que nunca había aparecido en la fiesta de
cumpleaños.
Sus ojos brillantes y juguetones se movían de un lado a otro, y rápidamente tomó una copa de
champán y la bebió de un solo trago.
La cuarta señorita tenía un pequeño hábito secreto que nadie conocía: le gustaba beber. A menudo,
cuando todos se habían acostado, se escabullía en la bodega y la cocina para robar bebidas. Esta
vez, volvió a poner en práctica sus habilidades.
-Um…¡Delicioso!-Noa eructó satisfecha, lamiendo sus labios rosas.
Luego, llenó la copa nuevamente hasta el borde y se alejó rápidamente como una ardilla.
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Desde que Julio apareció de repente, Clara no se atrevió a aparecer frente al abuelo. Aunque la
mesa estaba llena de manjares, Alejandro no tenía apetito y recorria silenciosamente todo el salón
de banquetes con una mirada preocupada en sus ojos.
Vámos, Sr. Pérez, le brindo.
Rodrigo levantó su copa hacia Diego, con una emoción intrigante en sus ojos: -Es una gran suerte
tener una mujer tan talentosa como Irene a su lado. Espero que usted la trate bien, no la haga
sentir triste, mimela, ámela.
–
Los ojos suaves de Diego se estrecharon un poco cuando levantó su copa y la chocó con la de él. –
momento–dijo Rodrigo con una mirada ardiente, sin parecer estar bromeando en lo más mínimo.
Alejandro ya no pudo soportarlo y se salió de la mesa con el rostro frío.
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Tan pronto como Alejandro salió del salón de banquetes, fue abrazado fuertemente por Beatrizi
Alex!
En ese momento, sus ojos captaron una figura conocida caminando desde lejos.
Era Irene!
Alejandro sintió que algo se apretaba en su pecho y su mandíbula se tensó.
En ese momento de distracción, Beatriz aprovechó la oportunidad para besar sus labios.
Clara, con una mirada clara y brillante, y la mirada estaba girando hacia ellos.
Vio lo que estaba sucediendo y, en el siguiente segundo, actuó como si no hubiera visto nada y se
alejó rápidamente.
-¡Ah!
Alejandro sintió un pinchazo en el corazón y empujó bruscamente a Beatriz, haciéndola
tambalearse.
-Alex… ¿cómo puedes empujarme así?
Beatriz frunció el ceño mientras se quejaba.
Alejandro frunció el ceño y se limpió bruscamente el pintalabios con los dedos: -No me gusta esa
sensación de ser forzado.
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