Capítulo25
Acababa de terminar una llamada con su hermano mayor cuando Aarón Soler entró apresuradamente en la habitación, con una expresión de impaciencia en su rostro.
-¡Señorita! ¡Alejandro Hernández ha venido de nuevo! ¡Este hombre es un sin vergüenza! ¡Debería
vender seguros!
-Es admirable que tenga la perseverancia para luchar por su amada- responde Clara Pérez sin levantar la vista mientras firma unos documentos.
Pero Aarón Soler detectaba un sabor amargo en sus palabras frías y tranquilas, aunque no estaba
seguro si es solo su imaginación.
-Voy a bajar personalmente y lo sacaré de aquí de una vez por todas- dice Soler.
-No, haz que suba- dice Pérez cerrando la tapa de su bolígrafo y levantando la mirada con una
mirada astuta.
-¿Qué?– exclama Soler sorprendido
-Después de tres visitas a la cabaña de paja, si quiere ver a esta mujer heroic
de respeto al presidente Hernández, ¿no?– di
sus pequeños y bonitos pies hacia delante.
Pérez indose haci
addarle un poco
y extendiendo
Soler se apresura a arrodillarse y ayudarla a ponerse los zapatos de tacón alto.
na joven
-Ve a los sectores del café y del restaurante, y busca a que tenga buena apariencia y
una buena dicción. Tengo una tarea para ella- dice Pérez.
Unos minutos después, Soler lleva a una joven camarera que cumple con los requisitos a la oficina.
-¡Buenos días, señorita Pérez, directora ejecutiva! saluda la camarera con timidez, haciendo una
profunda reverencia y sin atreverse a respirar.
-No te preocupes, solo te estoy asignando una tarea temporal. Cuando la completes, te
recompensaré-,sonríe Pérez.
-No necesito ninguna recompensa por trabajar para la señorita Pérez, ¡ya es un honor por sí solo! ¡
Eres mi ídolo!– responde la camarera con la cara roja.
Pérez la mira con una sonrisa y asiente varias veces.
-No está mal, tiene una figura similar a la mía. Aarón, prepara uno de mis conjuntos de ropa y
unos zapatos para ella- dice Pérez.
-¿Qué? Sí, señorita–responde Soler, confundido.
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empleadas. Cuando llegaron al ascensor, César Antonio intentó
El ascensor subió lentamente hasta el piso cuarenta, pero se detuvo en el piso treinta.
-Por favor, bajen del ascensor- dijo la secretaria.
–Pero aún no hemos llegado, ¿no está la oficina del gerente general Pérez en el piso cuarenta?—,
preguntó César Antonio sorprendido.
-Sí, pero este ascensor solo llega hasta el piso treinta- respondió la secretaria.
-¿Qué significa eso?–,frunció el ceño Alejandro Hernández.
-Además del ascensor exclusivo del gerente general, los otros cinco ascensores solo llegan hasta
el piso treinta. Sin autorización del gerente general Pérez, nadie puede usar el ascensor exclusivo. Así que si quieren ir al piso cuarenta, solo hay una forma- explicó la secretaria.
¡Subir por las escaleras!
César Antonio estaba furioso: -¿Es así como trata el gerente general Pérez a sus invitados? ¡Es
demasiado! (1
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-Estoy siguiendo las instrucciones del gerente general Perez, no tengo otra opción. Si no desean subir las escaleras, puedo llevarlos de regreso- dijo la secretaria como una máquina sin
emociones.
-Olvidémoslo, subiremos por las escaleras- dijo Alejandro Hernández con los labios apretados, sofocando su enojo. ¿Pensaba Clara Pérez que podia intimidarlo y hacer que se rindiera? ¡Alejandro Hernández no conocía la palabra -rendirse- en su diccionario!
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