Capítulo340
Tres días después, Ada Gutiérrez y su equipo estaban a punto de llegar a la Ciudad de México.
Sin embargo, Aarón recibió una noticia impactante de su agente:
¡Ada había decidido finalmente asistir a la recepción de bienvenida organizada por la familia
Hernández!
En KS World Hotel, en la sala de entretenimiento.
Cuando Aarón llevó esta noticia urgente a Clara, la señora estaba relajada y jugando billar con
Víctor, su séptimo hermano.
Cada uno tenía un taco de billar y jugaban a un nivel de competición, colocando todas las bolas con
cada tiro.
-¡Señora!-exclamó Aarón urgentemente.
-Shh… ¡estoy a punto de finalizar este partido!
Clara puso su fino dedo en sus labios, pidiéndole que se callara.
Esta partida era crucial para la cena de esta noche, y no podía permitirse un error. Pero Aarón
estaba desesperado.
Pero no se atrevía a interrumpir la diversión de Clara.
Incluso si el cielo se desplomara, no podía interferir con el entretenimiento de la Señora.
-Pah
-Pah
Finalmente, Clara ganó la partida con un movimiento hábil y dinámico.
-¡Wuhu!
Clara exclamó con una sonrisa victoriosa.
Victor, sentado al costado de la mesa de billar, le sonrió a su hermana menor y aplaudió su victoria.
-Tu habilidad en el billar mejora cada día más, Clara.
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Clara se recostó contra el taco de billar con gracia, y respondió coquetamente, -Todo es gracias a
las enseñanzas de usted.
Hoy llevaba un vestido largo de satín rojo. Después de los dos tiros, uno de los tirantes rojos del vestido se deslizó silenciosamente, dejando al descubierto su hombro resplandeciente como la
porcelana. Era una vista cautivadora.
Aarón sintió un latido caliente en los ojos, y su garganta se apretó.
Victor notó sus miradas no tan inocentes, y sus ojos se oscurecieron repentinamente. Se acercó a Clara y se inclinó para ajustar el tirante que estaba a punto de caerse de su hombro.
-Cuando sales a jugar, también debes tener en cuenta tu comportamiento. No importa en frente
del séptimo hermano, pero no debes ser tan atrevida frente a otros hombres.
Después de asegurar el tirante, miró significativamente a Aarón con una mirada penetrante.
Como un detective.
Aarón, bajo esa mirada de águila, sintió un escalofrío por la espalda, sintiendo que su secreto no se
mantendría oculto por mucho tiempo.
Rápidamente apartó la mirada.
-Entendido, hermano. Aarón no es un extraño. Además, no he quedado expuesta, así que no tienes
que preocuparte tanto-respondió Clara con un tono dulce y meloso.
Victor arqueó las cejas con cierto atrevimiento, al ser llamado “hermano” por ella, sintió un
cosquilleo agradable en su corazón y no podía evitar sentirse suave y entumecido. A pesar de eso,
no quería regañarla.
-Aarón, ¿qué pasó? -Clara giró la cabeza, tomó una copa de vino tinto y se apoyó en el borde de la
mesa de billar mientras saboreaba el vino. En sus hermosos ojos había un destello de
despreocupación.
-Señora, Ada Gutiérrez finalmente ha confirmado su asistencia a la recepción que la familia
Hernández está organizando en su honor. Nos ha dado plantón-dijo Aarón con la boca seca y la
garganta apretada.
Después de seguir al jefe durante unos días y enfrentar frustración, César sintió una sensación de satisfacción al ver que el subordinado de la señora exhibía la misma expresión que él. Era como si las cosas hubiesen cambiado y finalmente él tenía la ventaja.
Debían de haberse enterado de que el Sr. Hernández ya había tomado la delantera y asegurado la
asistencia de Ada.
¡La sensación de triunfo era estimulante!
Unos segundos después, Clara salió de la entrada principal del hotel.
Aarón y la señora… ¿eh?
¿Quién es ese hombre con ellos?!
César tomó sus binoculares, se frotó los ojos y miró de nuevo.
¡Dios mío! ¡Efectivamente es un hombre!
-Vámonos, te llevare a comer-Víctor casualmente rodeó el hombro de Clara.
-En ese caso, quiero comer alitas de pollo, brochetas de ostras y diez brochetas de ternera-Clara
lamió juguetonamente sus labios.
-Vaya, Clara, ¿cuándo te volviste tan exigente?
-¿Comer brochetas sin estos platos sería como perderse la mitad de la diversión? ¡Oh, y no olvides
pelar el ajo para mí! Comer brochetas sin aroma a ajo es solo la mitad de agradable.
-¿No beber los viernes? ¡Sería desperdiciar el día! ¡Vamos!
Los hermanos cantaban brazo a brazo al unísono mientras subían al coche.
César nerviosamente tragó saliva. Ni siquiera recordaba cómo dejó los binoculares.
Solo tres palabras resonaban en su mente: ¡Esto ya se fue al carajo!
Mordió sus labios nerviosamente enviaron un mensaje a su jefe.
…
César: ¡Sr. Hernández! ¡Malas noticias, malas noticias!
César: ¡La señora, ella… tiene un nuevo amante!
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