Capítulo343
Cuando Alejandro llegó rápidamente en su coche a la barbacoa, Clara y el hombre mencionado por
César ya no estaban alli.
El apretó los labios con descontento, recordando la imagen de Clara y el hombre rozándose el uno
con el otro en las fotos. Su rostro rigido y frío casi se desplomaba al suelo. En ese momento, parado
en la oscuridad, sin importar cómo lo pensara, sentía que estaba actuando de manera estúpida.
Mientras se sentía estúpido, también se preocupaba en secreto.
En medio de la noche, tener una cena con un hombre que parecía tan inapropiado en un lugar tan
caótico…Clara, ¿realmente no sabe qué es el miedo? Alejandro pensó
De repente, su móvil vibró, era un número desconocido.
Alejandro suspiró y contestó: -¿Quién es?
-¿Es el señor Hernández? -Se escuchó una voz mecánica al otro lado.
-Si.
-Comisaría del Distrito Este de la Policía de la ciudad de México. ¿Puede decirnos quién es César
para usted?
Alejandro frunció el ceño-es mi secretario, ¿hay algún problema?
-Le pedimos que venga a la comisaría de inmediato. Lo discutiremos cuando llegue.
O
Los eventos de esa noche podrían describirse como mágicos.
El Lamborghini rugía por las calles mientras Alejandro intentaba descifrar cómo César, que ni
siquiera se atrevía a matar a un pollo, había terminado en la comisaría.
Alejandro acababa de entrar a la estación de policía cuando chocó de frente con un hombre de
aspecto elegante, vestido con una chaqueta de cuero negra y una figura alta y esbelta.
Era la misma persona de las fotos, el hombre que tenía una relación ambigua con Clara.
Victor también vio a Alejandro y sus ojos de águila lo observaron de arriba a abajo, como si estuviera escaneándolo con rayos de luz.
Luego, él se rio fríamente y preguntó: -¿Eres Alejandro? ¿Has venido a recoger a César?
Alejandro frunció el ceño, sus ojos llenos de hostilidad. -¿Qué tiene que ver contigo?
-Jaja, esa es una pregunta interesante-se burló Victor. -Él está aquí por mi, ¿no tiene nada que
ver conmigo?
prominentes y ojos grandes, y su cuerpo oculto bajo el traje, parecía incluso más sólido y robusto
que él. ¡Probablemente era el tipo que a las riquillas les gustaba!
Justo en ese momento, dos policías pasaron por alli y saludaron a Victor.
-¡Hola, capitán Pérez!
-Hola-Víctor sonrió y les devolvió el saludo con la cabeza.
Alejandro se quedó sin aliento, mirando fijamente a Víctor con incredulidad.
¿Este chico es un policía?
Capitán Pérez… él también se apellida Pérez.
Al observarlo detenidamente, esos ojos brillantes y vivos, esos pómulos y líneas tan bien definides,
-¡Hermano!
El cuerpo de Alejandro se estremeció de repente al escuchar la voz, agradable y familiar, que le
atravesó el corazón. 1
¿Cuántos hijos más tiene ese viejo libertino, Julio Pérez?
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