Capítulo399
“Ese Rodrigo”, exclamó Noa, haciendo que Rodrigo se sintiera completamente conmovido.
Su garganta se contrajo ante ese “Rodrigo” y, sorprendentemente, tuvo una reacción inapropiada.
Las lágrimas cristalinas que caían desde las esquinas de sus ojos parecían caer bien profundo
desde su interior.
En un instante, olvidó por completo el momento en que ella lo había abandonado la última vez.
-¿El que Clara te regaló? -Rodrigo entrecerró los ojos y usó la yema de sus dedos, cálidos y rudos,
para limpiar las lágrimas en su mejilla.
Noa afirmó con fuerza, con la punta de la nariz enrojecida.
-¿Dónde lo perdiste? ¿Aquí?
Noa asintió con fuerza, con los ojos aún enrojecidos.
-No te preocupes, te ayudaré. -Rodrigo tomó la pequeña mano de Noa y, ante la mirada de todos,
caminó hacia el escenario.
Un deslumbrante resplandor de luces de ensueño los siguió, iluminándolos como una pintura de colores profundos y vibrantes. Noa bajó la cabeza tímidamente, pero no pudo evitar mirarlo de reojo.
Rodrigo, aunque tiene una apariencia feroz, es realmente atractivo. Su rostro intenso y distinguido, cautivador a la vista, siendo único en el mundo. Noa apretó los labios y dibujó en su mente la apariencia apuesta de este hombre, con cuidado y cautela.
-Detengan la música. -Rodrigo se paró en el lugar del DJ, tomó el micrófono y pronunció una sola frase, haciendo que el bullicioso lugar quedara en silencio.
Jimena y Leona estaban emocionadas jugando, hasta que alguien les recordó que miraran la pantalla. En un instante, Jimena se levantó de un salto del sofá y gritó de rabia. Asustó a todos, pensando que algo malo le había ocurrido. Leona vio a Noa y Rodrigo parados juntos, con Rodrigo tomándola de la mano como si no hubiera nadie más, lo cual la enfureció y se sintió mareada.
Él la tomó descaradamente de la mano, mirándola con ternura, como si no hubiera espacio para una tercera persona en su mundo. ¿Podría ser… que esté mostrando públicamente su amor a todos? ¡Noa, pequeña zorra! Te atreves a robarme a mi hombre, ¡haré que te arrepientas de una
-¿Qué está pasando? ¿Cómo es posible que mi hermano mayor esté con esa idiota? ¡Habla! -gritó Jimena, llamando a su guardaespaldas personal.
El guardaespaldas llegó, ella estaba furiosa y le preguntó con los ojos llenos de ira: -¿No te dije que la vigilaras? ¿Cómo es posible que ella y mi hermano se estén juntos?
-Señorita, lo siento… la vigilé todo el tiempo, pero… no esperaba que el señor apareciera en ACE
esta noche, ella estaba buscándolo por todas partes y seguramente lo encontró… -El

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