Capítulo509
En ese momento, el cielo ya algo oscuro, tronó con un rayo sorprendente. Y ese rayo pareció caer directamente sobre Alejandro, dejándolo paralizado y sin poder moverse. Solo su corazón ardiente latía descontroladamente, mientras mil emociones complejas se agitaban en su pecho.
-Francisco, Irene, ¿cuánto tiempo ha estado patrullando las montañas aquí? – Alejandro habló con una voz tensa y apagada, como si estuviera conteniendo una emoción abrumadora.
-Han sido tres años. Durante los últimos tres años, ella ha venido aquí a ayudarme con frecuencia -respondió Francisco.
Esos tres años coincidían con los tres años de su matrimonio. Alejandro sintió que su corazón daba un fuerte latido.
Un nudo en la garganta, le provocó una opresión intensa y abrumadora, casi le impedía respirar. ¿ Irene, no me habías dicho que hacías esto? ¿Por qué viniste aquí a hacer lo mismo?
Su cabeza le dolía intensamente y los enigmas que se acumulaban amenazaban con volverlo loco.
–
-Va a llover muy fuerte en cualquier momento-dijo Francisco mientras miraba al cielo que se estaba nublando, sacando su radio para comunicarse con Ignacio. – Cuando estén realizando la búsqueda, asegúrense de mantener la seguridad de los miembros del equipo. Especialmente Irene, asegúrate de cuidarla.
-Tranquilo, Maestro-respondió Ignacio rápidamente.
Alejandro, con los ojos enrojecidos y los dientes apretados, se dio la vuelta y corrió hacia la entrada
del Pico Sereno.
-¡Alejandro, ¿a dónde vas?!- Francisco lo llamó ansiosamente.
Alejandro continuó avanzando sin detenerse, respondiendo silenciosamente en su corazón que iba
a buscarla.
El cielo se había tornado oscuro y pesado, con grandes nubes grises y amenazadoras. A pesar de ser de día, el ambiente se sentía como si fuera de noche. Relámpagos cegadores cruzaban el cielo, y la tormenta rugía en las montañas, como si la naturaleza misma estuviera advirtiendo al equipo,
de rescate.
-¡Pero en qué cabeza cabe todo esto! – Alguien murmuró con disgusto mientras avanzaban
montaña?
-Lo que pasó, ya pasó. Como guardianes del bosque, nuestra responsabilidad es garantizar la
seguridad de los excursionistas-gritó Ignacio a los miembros del equipo mientras la lluvia los
empapaba por completo.
-Ignacio, ¡mira aquí! – Clara tenía una vista aguda y había encontrado el teléfono perdido del
excursionista en una grieta entre las rocas.
-Es el teléfono de esa excursionista, lo dejó aquí. ¡Significa que estamos dirigiéndonos en la
dirección correcta! – Ignacio vio que el clima empeoraba y que la situación podría volverse más
grave, por lo que dio una orden urgente. ¡Dividimos fuerzas! Irene y el grupo A vendrán conmigo
hacia el norte, el grupo B irá hacia el oeste.
-¡Sí, capitán!
A pesar de llevar un impermeable y una chaqueta rompevientos, Clara estaba totalmente

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