Capítulo51
Anoche, Clara descubrió secretamente a José Luis en un pub intentando emborracharse. Le
informó de que Santiago definitivamente lo delataría en la rueda de prensa del día siguiente para su propia seguridad.
-¡Imposible! Tú, no…no intentes aprovecharte de mi con estas palabras. ¡No soy tan tonto como para presentarme como testigo!
-Serías realmente tonto si continuas así.
Entonces los dos hicieron un trato.
-A decir la verdad, tengo pruebas de los negocios sucios entre tú y Santiago, pero hasta el momento aún no las he remitido a la fiscalía por el bien de que trabajó tanto tiempo para mi padre. Eso es tu última oportunidad.
Repasando su carrera de los últimos veinte años desde un responsable sin importancia del salón de banquete hasta el vicegerente, recordó que, a pesar de su propio esfuerzo, no se habría podido llegar a semejante posición sin el apoyo y la promoción del señor Pérez.
Sin embargo, poco a poco, con más poder, se perdió a sí mismo y quedó atrapado en su propia
trampa. Se arrepintió y se sintió culpable.
Si Santiago no te delata mañana en la rueda de prensa, enviaré personalmente estas pruebas a la
fiscalía. Todos los casos oficiales se resolverán según los principios oficiales. Pero si él intenta
salvarse cortando por lo sano, serás tú quien lo denuncie, y dado que ya eres consciente de tu
culpa, sin duda buscaré el mejor abogado para minimizar tu castigo. Tu destino depende de tus
propias decisiones.
La intimidación y el soborno de Clara tuvieron éxito. José Luis se convirtió en testigo y entregó
todas las pruebas. El golpe final cerró la última esperanza del grupo Sánchez.
Porque recordó las palabras de Flores: siempre deja una salida al enemigo cuando lo rodeas.
Aun cuando lleves ventaja absoluta, nunca presiones demasiado a tu enemigo. Al contrario, te
saldrá el tiro por la culata.
Javier volvió a la oficina de fiscal y Clara al hotel a trabajar. Se despidieron.
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A medio camino, Aarón vio por el retrovisor el Maybach que las sequia
-¡Señorita! ¡Nos están siguiendo ¿Llamamos a la policia? @
Clara echó un vistazo al retrovisor y no pudo evitar alterarse.
Era el carro de Alejandro.
También había estado en la conferencia de prensa, pero se habla escondido en las sombras.
Parece que el hombre presta mucha atención a la familia de su prometida
Jaja.
Clara rio fría e írónicamente: – No regresemos al hotel. Vamos a dar un paseo a la orilla del río
Media Luna.
-Pero la gente que nos sigue… -Se veía bastante nerviosismo en los ojos de Aarón
-No temas. Te protegeré. -los labios rojos de Clara brillaron de tranquilidad y autoconfianza
Aarón sudó con los ojos desmesuradamente abiertos – ¡Eres una heroína!
Con toda la atención, César seguía el carro negro deportivo que corría, gíraba, aceleraba y giraba de
Clara bajó sola del carro, se quedó de pie junto a la barandilla, entrecerró los ojos para disfrutar la
brisa del atardecer.
vestido de rojo vivo y digno, una mujer tan hermosa como una pintura en Versalles.
Pero cuando quedó solo un paso a ella, la mujer retrocedió un poco para mantenerla a una
distancia social.
-Señor Hernández, me ha seguido todo el camino desde la escena de la rueda de prensa, ¿cuál
brazo intenta romperme esta vez? -era tan linda incluso cuando reía irónicamente.
—Irene Isabel. -repitió su nombre con frialdad, con ira brotando en el corazón. (1)
Indeliberadamente, las miradas se posaron en su brazo izquierdo blanco como la nieve.
Parecía que se había recuperado del todo.
-¿Señor, lleva encima su carnet de identidad? Para que no venga en vano, vamos a cumplir todos
los trámites de divorcio, ¿de acuerdo? No importa si llegamos tarde, llamaré al señor Pérez y él
buscará al personal de la Oficina de Asuntos Civiles para que nos hagan un favor. -su risa se
volvió aún más irónica.
La palabra “divorcio” se convirtió en una burla infalible para él. (1
-Te enorgullece mucho, ¿no? -a Alejandro se le oscurecieron los ojos y se acercó un paso más.
-¿Qué? -ella frunció el ceño.
-Jugando entre los hermanos Pérez, utilizándolos para destruir a los Sánchez hasta el punto de
no dejar ninguna oportunidad, Irene, realmente subestimé tus tácticas.
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