apítulo536
Cuando Rodrigo se marchó, sólo quedaron Alejandro y Clara en la sala.
Cuando Clara entró en la sala, oyó a César decir que este hombre había vuelto a vomitar sangre, y no solo un poco, por lo que su corazón no pudo evitar sentirse un poco asustada.
Si Alejandro no puede superar esta calamidad, o si es una enfermedad crónica que no se puede curar en el futuro, entonces ella nunca será capaz de devolverle este favor, y ella vivirá sintiéndose
culpable todos los dias.
Así que, se acercó a la cabecera de la cama con rostro sombrío y serio, agarró de mal humor la
muñeca del hombre y la giró para tomarle el pulso.
Los ojos de Alejandro se abrieron ampliamente al ver a esta mujer que se ensañaba con él, como si
una vieja y experimentada médica china quien le estuviera diagnosticando.
-Tu estado físico actual no es muy optimista, debes tomar la medicina inmediatamente, ¡puede
que sea demasiado tarde para tomarla mañana!
Clara estaba tan enfadada en su corazón que estaba a punto de tirar la mano del hombre.
Pero inesperadamente, Alejandro, reaccionó con rapidez, agarrando instantáneamente su pequeña mano, ligeramente fría, en su amplia palma y envolviéndola con fuerza.
Clara se asustó de repente y se le cortó la respiración.
-Manos tan frías, hace frío afuera, ¿verdad?
Alejandro con sus dedos ásperos frotando suavemente el dorso de su mano, al ver que una cicatriz
está todavía allí, él tenía el corazón roto y se sentía culpable, su voz oscura y ronca: -Lo siento,
necesitas venir por mí.
-¡Si sabes que te sientes mal, deberías usar la medicina obedientemente! ¿Qué estás haciendo?
Clara suprimió por la fuerza su mente desordenada, apretando los dientes y apartando la mano de la palma de Alejandro: ¿Eres un bebé? ¿No puedes tomar tu propia medicina? ¿Todavia necesitas
que te alimente?
-No.
–
Alejandro se sobresaltó al notar que su corazón se detenia un poco, se le hacía un nudo en la
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