Capítulo55
La mirada de Irene hacia él no se pudo desvanecer, llena de decepción y rabia, como si fueran
enemigos.
¿Por qué sentía su corazón tan vacío?
Como si se le hubiera perdido algo importante.
Justo cuando Alejandro entró al estudio, Alba lo siguió, disgustada.
-Señorito, el automóvil de la señorita Sánchez ya está abajo. Usted debería bajar a recibirla.
-No.
-¡¿Cómo?! -Alba, se sorprendió.
¡Vaya, el señorito finalmente muestra su determinación!
¡Qué difícil que pueda dejar de ser tan humilde con la señorita Sánchez!
-Sé la razón por la cual viene a buscarme
-Baja y dile que si viene por Santiago, que no me moleste. La familia Sánchez debe estar pasando por momentos difíciles ahora. Deja que vuelva a casa y pase más tiempo con sus padres. Después de un par de días, iré a verla–Alejandro se dejó caer en el sofá, con la mirada perdida.
-Si ella insiste en quedarse…
-Déjala hacer lo que quiera–Alejandro suspiró profundamente y se frotó la frente, cansada.
En su mente resonaba la voz, “un exesposo no sirve de nada cuando lo necesitas“.
¡Maldita sea! ¿Cómo es tan inútil?
¿Cómo puede afirmar Irene que es inútil si nunca le pide un favor?
Alba respondió con una sonrisa y elogió al señorito por dentro, y salió apresuradamente del estudio.
Alejandro frunció sus cejas. Parece que Alba realmente odia a Beatriz. Al escuchar que quiero que eche a Beatriz, se ha puesto muy contenta.
Mientras tanto, Alba salió de la mansión y se paró en los escalones, mirando fríamente a Beatriz,
quien estaba impaciente.
-El señorito dijo que no se ocupará más de los asuntos de su familia. No espere más, regrese.
-¡Déjame entrar y ver a Alejandro!
Beatriz intentó entrar por la fuerza.
Pero no tenía ninguna oportunidad contra la robusta Alba. Sin siquiera tocarla, Beatriz terminó
cayendo al suelo por si sola.
-¡Ah! ¿Cómo te atreves… a empujarme? ¡Soy la prometida de Alejandro! ¡La futura señora! ¡Cómo
puedes ser tan descortés conmigo!
Beatriz se sentó enfadada en el suelo, apuntando con sus dedos hacia Alba. Le voy a contar a
Alejandro que me has tratado mal. Y no pienses más en seguir trabajando aquí. 1
-Vaya, la futura señora. Esperemos aquel día en que la señorita Sánchez se pueda casar con
-Señora, señora, ayúdenme.
-Parece que va a llover. Voy a recoger la ropa. No me importa si quieres seguir gritando–dijo Alba
mirando al cielo nublado.
Después de decir esto, Alba dejó a Beatriz atrás y entró a la mansión, impidiendo a los sirvientes
abrir la puerta independientemente de lo que pasara.
Beatriz continuó gritando durante un buen rato. Y su voz se volvió ronca, pero Alejandro no
apareció.
Su rostro se puso pálido y se sintió mucha ansiedad, sintiendo que Alejandro había cambiado
últimamente y se volvía cada vez más difícil de controlar.
Antes, cuando ella venía, él siempre dejaba de lado todos sus asuntos ocupados para recibirla; cuando ella lloraba, él le prestaba toda su atención para que se sintiera feliz otra vez, ya sea consintiéndola con lujos, autos de millones o joyas de millones dólares. Ese hombre nunca escatimaba en complacerla, e hizo todo solo para ver su sonrisa.
Pero ahora, ¿por qué incluso verlo se había vuelto tan difícil?
Pronto, el cielo se oscureció y empezaba a llover cada vez más fuerte. Beatriz simplemente se arrodilló en el suelo en lugar de subirse al automóvil que tenía esperándola, empapándose bajo la lluvia, temblando y fingiendo estar desamparada, como si no quisiera vivir más.
-Alejandro… déjame verte… por favor…
-Hmmm, qué fea la estrategia que utiliza. Solo un tonto no se daría cuenta de la mala estrategia que utilizas–Alba, se burló fríamente, mirándola.
De repente, se oyeron pasos firmes desde detrás de ella.
Alba se dio la vuelta y vio con sorpresa a Alejandro caminando hacia la puerta de entrada con cejas fruncidas.
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