Capítulo558
Clara miró lentamente al hombre detrás de ella, su expresión era incómoda y su mirada sombría,
sin rastro de simpatia. Si no te parece cursi, a mi me parece repugnante.
-Es solo que no quiero, que estemos tan distantes-Alejandro sintió un escalofrío en el corazón,
sin entender por qué ella estaba tan molesta de nuevo. No sabía cómo consolarla. Aunque era un
exitoso presidente en el mundo empresarial y un experto en las cumbres internacionales de
negocios, se sentía torpe e incompetente frente a la mujer que amaba.
-Por favor, Alejandro, no me llames así. Siento que estás insultando mi propia dignidad-Clara
miró con agudeza y frialdad.
Los labios resecos de Alejandro se apretaron, y su garganta parecía estar atravesada por una aguja.
Se dio cuenta de que el daño que le había causado no había desaparecido en absoluto. En el fondo
de su corazón, seguía siendo tan profundo como cuando recién se habían divorciado. Cualquier
cosa que pudiera recordarle ese pasado, ella la agarraría y la magnificaría sin fin.
Ella nunca había considerado perdonarlo. En realidad, se había prohibido olvidar ese pasado
incómodo. Si no lo hacía, su relación no podría avanzar.
-Clara, no importa cómo te llame. Solo quiero estar contigo-explicó Alejandro con sumisión.
-Ya es suficiente-Clara abrió la puerta y lo interrumpió fríamente. -No te hagas ilusiones. Te
traje aquí solo porque conozco tu personalidad. Si hoy no te dejo hacer lo que quieres, no podrías
irte de la casa de Celeste. Solo quiero evitar problemas con Celeste.
Alejandro, observó la figura imponente de Clara mientras ella se alejaba y su expresión se volvió
sombría. La razón por la que lo trajo al taller no tenía nada que ver con otra cosa, solo porque el
cumpleaños de Luz estaba cerca. Clara tenía que ocuparse de muchas cosas durante el día en el
hotel, y solo tenía tiempo para trabajar en los vestidos por la tarde. Así que tenía que aprovechar
cada minuto.
Clara tomó una elegante aguja de jade blanco que estaba sobre la mesa y hábilmente recogió su
cabello negro y espeso en un moño completo.
La mirada de Alejandro estaba llena de ternura y sus dedos se movieron ligeramente. Su cabello
era negro, espeso y suave como el agua y la seda, invitaba a tocarlo.

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