Los dos cuerpos, cuyo calor aumentaba gradualmente, estaban apretados entre sí.
Podían sentir los latidos del corazón del otro, sonando claramente.
Viendo que había sido atrapada en una situación incómoda, Clara estaba tímida y molesta, sus
orejas se enrojecieron, como si estuvieran a punto de sangrar, forcejeando furiosamente, queriendo
liberarse de su abrazo.
Los ojos de Alejandro profundizaron, elevando su mano lentamente hacia arriba, sus dedos se cerraron y sujetaron el lugar más delgado y suave en su cintura.
-Contéstame, ¿de acuerdo?
-Yo… solo quería venir a despedirme del abuelo, ¡quién quiere escuchar mis secretitos! Suéltame, ¡
me voy! -Clara sonrojó su carita y torció su pequeña cintura.
Alejandro miró a la Clara por un instante, sintiendo un cosquilleo en su corazón, como una suave
pluma rozando su piel.
La carita de la mujer estaba sonrojada intentando defenderse desesperadamente. Cuanto más la
miraba, menos se resistía, más la deseaba.
-No tengo secretos-dijo Alejandro con una leve sonrisa.
-¿Qué? -Los hermosos ojos de Clara estaban ligeramente ensombrecidos.
-No tengo secretos para ti.
Alejandro se inclinó de repente, sus finos labios difuminados con un aliento cálido se acercaron a
los labios húmedos de ella, casi a punto de perder el control del impulso de besarla: -Cualquier
cosa que quieras saber, puedo responderte.
Mientras quieras escucharlo, lo sabré todo y lo diré todo.
-Bien, entonces dime, ¿qué pasó entre tu hermano mayor y tú?-Clara no pudo contener su
curiosidad y parpadeó sus hermosos ojos mientras preguntaba.
Los ojos de Alejandro se entrecerraron, y sus finos labios se fruncieron ligeramente.
-Vamos, habla, hombre misterioso, experto cuentero..
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Clara hizo una mueca burlonamente: -¿Todos lo que dices probablemente son solo tonterías, ¿
verdad?

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