Mi pretendiente es mi EX-MARIDO romance Capítulo 101

En el hospital, había muchas personas que vinieron para las pruebas de embarazo, la mayoría entre ellas eran las mujeres con un vientre muy grande.

En comparación con ellas, Doria parecía más relajada.

Aunque había venido sola antes, era la primera vez que alguien le acompañó. Allí estaba llena de gente, con mucho ruido, incluso había alguna embarazada que se quedó enfadada con su marido. Excepto la prueba, Doria tuvo que cuidar a Édgar, quien no se adaptó bien incluso no pudo encontrar un lugar adecuado para quedarse.

De repente, ella pensó, “¿Para qué coño sirven los hombres? Nada pueden ayuda, solo da el caos, mejor sería que lo hiciera yo misma.”

No era nada de extraño que las embarazadas que estaban en el mayor mes de embarazo que ella se quedaran enfadadas con sus maridos.

Dándose cuenta de la mirada de ella, Édgar le echó un vistazo, dijo descontento, -¿Por qué me miras?-

Doria dio una sonrisa, -Hay muchas personas aquí, Gerente Édgar, si le molesta, espéreme fuera.-

-No me molesta.-

Lamiéndose el hocico, Doria se quejó por dentro, “Tu cara dice todo.”

No debería informarlo esa mañana. Si hubiera venido ella misma, no habría habido tantos problemas.

Doria dijo, -Voy a entrar, Gerente Édgar, si parece impaciente, podrá largarse en cualquier momento.-

Édgar se quedó en silencio, mirándola indiferente.

Después de entrar, Édgar retrajo la vista y se inclinó contra la pared al lado de la puerta. Por inadvertencia, se dio cuenta de la embarazada cerca.

Ella tenía un vientre enorme, parecía que iba a dar a luz.

Agachado al lado, su marido acarició el vientre con la mano y luego pegó la oreja, dentro de poco, dijo sorprendido, -Cariña, ¡me patea!-

Su mujer dijo, -Cuando me hizo la prueba, estaba dormido, no quería moverse, sea como fuera.-

-A ver, todavía depende de mí.- dijo el hombre, acercándose al vientre, -Bebé, ¿me escuchas? ¿me quieres ver? Chiquitito, todavía te quedan varios días más, así que podrás salir del vientre de mamá.-

La mujer le dio un codazo al hombre, sonrió, -¿Por qué le dices eso? No entiende nada.-

-Qué va, diría que al estar en el vientre, los bebés podrían sentir la emoción de la gente. Nos debemos de hablar con él de eso, así que puede saber que en este mundo, lo estamos esperando venir. Cuando nazca, dará de prisa para que no te haga tanto daño.-

Un rato después, la pareja joven salió.

Al venir, Doria vio a Édgar viendo las dos sillas vacías, con un aspecto misterioso. Doria no sabía lo que estaba pensando.

Ella lo despertó girando la mano, -¿Gerente Édgar?-

La mirada se retrajo y se cayó ligeramente en ella, -¿Has terminado?-

-Sí, he terminado, vámonos.-

Debido a que se había levantado muy temprano, Doria se sentía cansada en el camino. Estaba tan silencioso en el coche que dentro de poco se quedó dormida contra la ventana.

Al despertarse, se dio cuenta de que se habían parado al lado del supermercado.

Édgar se desabrochó el cinturón de seguridad, dijo, -¿Te despiertas? Pues bajamos.-

Doria se frotó los ojos, fuera de la situación. Lo siguió por una larga distancia, finalmente reaccionó y preguntó, -Gerente Édgar, ¿qué quiere comprar?-

Tan pronto como dije, Doria lo parecía de sobra. Como un comerciante, a lo mejor vino para aprobar el rendimiento.

Aunque a ella no le importó la compañía al hospital, quedaría con él por el supermercado, pero con disgusto. Después de todo, la cortesía exigía reciprocidad.

Doria lo siguió bostezando como una esclava de deber.

Hasta que Édgar se parara, ella se dio cuenta de que estaban en la zona infantil.

Un segundo congelado después, Doria recordó una frase, dijo que lo que más fácil ganar era el dinero de las mujeres y los niños. Así que no le sorprendió que él viniera allí.

En ese momento, Édgar dio la vuelta, dijo altanero, -Elige lo que quiere.-

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