Antes de que amaneciera, toda la Familia Curbelo sabía que Boris había irrumpido en La Familia Llacer en medio de la noche y que había disparado a Iván en la pierna, y algunos se callaban la boca mientras otros maldecían.
Pero aparte de eso, el ambiente en La familia Curbelo era tan bajo como siempre y el pánico se apoderaba de él.
Los métodos de Boris eran bien conocidos, desde su manejo de los que se habían enfrentado a él en La familia Curbelo hasta sus temerarios disparos en La familia Llacer, cada uno de sus movimientos daba miedo.
Y quién sabe a quién se enfrentará después.
La familia Curbelo, hasta ahora, apenas ha podido hacerle frente, y si estuviera solo, todos estarían en peligro.
Y ahora es la familia Llacer la que está en peligro.
Toda la familia Curbelo, por tanto, se tranquilizó y se distanció silenciosamente de Benjamín.
Ning se despertó al día siguiente, mirando al sol y se estiró cómodamente.
Después de despertarse un rato, Ning cogió su teléfono y comprobó la hora, eran casi las doce.
En ese momento, sonó el timbre de la puerta y llegó la voz de Rodrigo.
—Ning, ¿estás despierta?
—¡Papá! —Ning se apresuró a levantar las sábanas y bajó corriendo, abriendo la puerta.
—Bueno, empaca y vamos a casa —Rodrigo le acarició la cabeza.
—Papá, ¿fuiste a buscar al Sr. César anoche? —preguntó Ning tímidamente mientras se sentaba en el coche, pensando en ello.
Rodrigo se quedó en silencio un momento antes de decir.
—Ning, recuerda, ya no es tu familia, y mucho menos la familia Curbelo, es peligroso, debes tener cuidado cuando lo veas en el futuro.
—Vale papá, tú también ten cuidado —Ning asintió suavemente.
—Mientras estés bien, estaré aliviado —Rodrigo sonrió ante eso.
Ning se erizó y rodeó a Rodrigo con sus brazos, apoyándose en su hombro.
—Papá, sois la única familia que me queda en este mundo, no quiero que me dejéis, así que debéis estar bien, y me portaré bien y os haré mucho caso a partir de ahora.
Rodrigo le dio unas palmaditas en el dorso de la mano y suspiró en silencio.
—Ning, sólo hay un tiempo que papá puede pasar contigo, tienes tu propia vida y futuro, así que aunque papá se vaya un día, tienes que ser bueno…
—No, aunque haya ese día, será dentro de mucho, mucho, mucho tiempo, papá podrá vivir una larga vida como el abuelo Fernando. Y tendrás que ver cómo me caso, tengo hijos y soy abuelo.
—Tú también eres toda una niña —se lamentó Rodrigo.
Hablando de eso, Ning soltó lentamente su brazo y se sentó erguido, admitiendo su error de buena manera:
—Papá, yo… yo…
Tartamudeó durante mucho tiempo, cerró los ojos y dijo:
—¡Estoy con Boris!
Ning no escuchó una respuesta de su padre y, no sin cierto temor, abrió tranquilamente un ojo para observar su estado de ánimo y su actitud.
Rodrigo estaba sentado allí, su rostro era inconfundible, sólo un poco pétreo, y Ning se acercó a él y le dijo:
—Papá, no te enfades, me gusta mucho y siempre me ha cuidado y protegido, siempre que he estado en peligro ha estado ahí inmediatamente y se ha portado muy bien conmigo…
Pasó un rato antes de que Rodrigo dijera:
—Ning, papá no estoy en contra de que te guste, pero…
Rodrigo y Boris eran de la misma generación, y aunque era más de diez años mayor que él, había visto de primera mano cómo Boris había llegado al puesto de jefe de la familia Curbelo.
—Lo que diga, son sólo palabras para asustarte, ¿no me crees? Termina tus estudios en paz, papá vendrá a verte alguna vez y aún tendrá que esperar a que te cases y tengas hijos.
Al oírle decir eso, Ning se relajó un poco y pensó por un momento.
—Así que… entonces supongo que está bien si espero hasta después de tu cumpleaños.
El cumpleaños de Rodrigo era el mes que viene, dentro de veinte días. Guardó silencio por un momento y no se negó.
—De acuerdo.
Ning le pidió permiso inmediatamente y con alegría.
—Papá, ¿puedo ir a ver a Boris mientras tanto?
—¿No puedes dejarme o no puedes dejarlo? —Rodrigo fingió estar enfadado.
Ning volvió a rodearle con los brazos y se quedó pensativo.
—No puedo dejar de lado a ninguno de los dos, pero al que más no puedo dejar de lado es a papá.
Rodrigo suspiró, pero no podía hacer nada al respecto, no podía detener a su hija en absoluto, sólo podía hacer lo posible para que sufriera el menor daño posible, dijo.
—Ning, está en peligro a su alrededor, si realmente quieres ir con él puedes, tienes que mantener un perfil bajo, todo se discutirá cuando vuelvas de Suiza.
—Lo sé, gracias papá, ¡papá es el mejor!
Pronto, el coche se detuvo frente a la casa.
Ning salió primero del coche y corrió hacia la casa, dando saltos y brincos, su espalda revelando una felicidad infinita y saltos de alegría.
Rodrigo la miró y sólo deseó que pudiera ser siempre tan feliz como lo era ahora.
«Espero que no me odies cuando sepas la verdad.»
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Los comentarios de los lectores sobre la novela: Mi pretendiente es mi EX-MARIDO
Quiero el finall...