Fue idea de Boris hacer que Rodrigo fingiera su muerte hace dos años para cegar a la Familia Curbelo.
Al principio, Rodrigo fue con la intención de morir.
No esperaba llegar a eso, así que tuvo que hacer todo lo posible para cooperar con Boris y no mostrar ningún signo de compromiso.
Mientras Rodrigo estaba tumbado en el suelo con Ning llorando a su lado, quiso darle varias palmaditas en la espalda, pero se contuvo.
Ning lo rodeó con sus brazos y escuchó en silencio a su padre hablar de lo que había sucedido cuando ella susurró:
—Así que la razón por la que fingiste tu propia muerte en primer lugar fue para ayudar a Boris a eliminar esos obstáculos de la Familia Curbelo de una vez por todas. Y además, durante los dos últimos años, le ha estado ayudando entre bastidores a averiguar quién era el verdadero responsable de lo ocurrido a la Familia Curbelo.
Rodrigo asintió:
—Algo así.
—Si es así, ¿por qué me lo ocultaste? Realmente… no lo entiendo —dijo Ning, incapaz de contener las lágrimas que volvían a empapar sus ojos.
Rodrigo tosió y empezó a encogerse de hombros:.
—Tendrás que preguntarle a Boris sobre eso, sólo hice lo que él dijo.—
Ning agachó la cabeza, con la boca ligeramente fruncida y obviamente un poco hosca, Rodrigo le dio una palmadita en el hombro.
—Vamos Ning, estoy bien, ¿no? Te protegeré y no dejaré que nadie te vuelva a intimidar.—
Ning no sabía qué pensar, no dijo nada, estuvo un rato en silencio y luego se levantó de repente.
—Papá, me voy a mi habitación, descansa pronto.—
Esta vez, Rodrigo no lo detuvo, sino que lanzó una mirada de satisfacción mientras respiraba aliviado.
—Tú también te vas a la cama temprano, no te enfades demasiado.—
Dicho esto, sintió que el paso de Ning se aceleraba, pareciendo que iba a ajustar cuentas con Boris.
Rodrigo cogió el agua que tenía delante y bebió un sorbo lento.
—Ajenatón te ha estado vigilando y temía que estuvieras en peligro si sabías la verdad.
—Sí, tampoco me contaste lo de Ajenatón, si me lo hubieras dicho no habría sido amigo de él ni habría dejado que te amenazara y no te habrían hecho daño…
En ese momento, la nariz de Ning se encendió y sus ojos volvieron a ponerse mucho más rojos.
Boris la atrajo hacia sus brazos y le susurró:
—Ning, nada de esto es tu culpa.
—Claro que sí, todo es culpa tuya —Ning cayó en sus brazos y ahogó un sollozo.
—Sí, es mía —Boris acomodó la declaración.
En realidad Ning sabía que lo hacían por su propio bien, que si sabía que su padre seguía vivo, no podría resistirse a volver a verlo y arruinaría sus planes.
Pero…Ning seguía pasándolo mal.
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Los comentarios de los lectores sobre la novela: Mi pretendiente es mi EX-MARIDO
Quiero el finall...