Cuando Leila llegó a casa, habían llegado los pequeños adornos que había comprado antes por Internet.
Dejó la ropa que llevaba en la mano y fue a preparar el estudio.
Poco después, el timbre volvió a sonar.
Leila salió y abrió la puerta, y el mensajero que estaba fuera le entregó un resguardo:
—¿Es la señorita Leila, por favor? ¿Podría firmar por él?
Cogió el papelito y lo miró, era la misma tienda que Johanna y ella habían visitado antes.
—Esto no es lo que compré.
—Una señora llamada Edyth me pidió que te lo enviara, dijo que era un regalo para ti —el mensajero dijo.
Al oír estas palabras, la expresión de Leila cambió ligeramente. El mensajero levantó unas cuantas bolsas de papel más del suelo.
—Comprueba si les pasa algo, si no, puedes firmar por ellos.
—Por favor, devuélvelos —Leila le devolvió el papelito.
—Pero… —el mensajero estaba en cierta dificultad.
—Pásaselo, sé lo que quiere decir —dijo Leila.
Tras las palabras, cerró la puerta enseguida.
Leila se apoyó en la pared y frunció ligeramente el ceño.
Edyth le decía que podía saber fácilmente dónde vivía su familia.
Este regalo era un recordatorio, o una advertencia.
Al cabo de un momento, Leila exhaló y volvió a entrar en el estudio para continuar lo que no había hecho antes.
Abajo.
El mensajero transmitió a Edyth las palabras de Leila tal cual, y ella sonrió, pensando que Leila no era demasiado estúpida.
—Conduce —dijo Edyth al conductor.
Al llegar al hotel donde se alojaba Lisbet, Edyth llamó a la puerta.
—Tía, estoy aquí.
Lisbet estaba de pie frente a la ventana del suelo al techo preguntándose en qué estaría pensando cuando oyó su voz y levantó la vista, sonriendo:
—¿No has ido de compras? Tan pronto.
—Me encontré con esa actriz y no estaba de humor para ir de compras —Edyth avanzó unos pasos.
—¿Tanta coincidencia?
Edyth asintió, con cara de fastidio y probablemente sin muchas ganas de seguir mencionándolo, y preguntó:
—¿Hiciste tus negocios?
La expresión de Lisbet no fue muy buena al mencionarlo.
Había oído que Leila era artista en el Grupo Santángel, así que hoy se ha desplazado al Grupo Santángel y se suponía que iba a darle una charla sobre su rescisión de contrato, pero el personal del Grupo Santángel le ha dicho que no podía entrar sin cita previa.
Todo esto parecía ser más problemático de lo que ella había pensado.
—Todavía no, puede que tarde un poco —Lisbet se sentó en el sofá.
Edyth también estaba sentada a su lado y dijo, despreocupada.
—Tía, ya sé dónde vive la actriz, ¿qué hago ahora?
Lisbet retiró sus pensamientos:
—Eso es muy fácil, encontrar una periodista, ¿no quiere ascender en la escala y volar hasta convertirse en un fénix, a continuación, vamos a hacer sus sueños realidad por adelantado.
—Pero no quiero involucrar al hombre que me gusta en esto.
—No es tan sencillo. Una mujer así debe haber estado en contacto con muchos hombres. Es una buena manera de que el hombre que te gusta sepa qué clase de persona es realmente.
Edyth asintió pensativa y, de repente, pensó en alguien:
Ambos deberían tener el mismo objetivo.
***
Por la noche, Leila se sentaba fuera, en el balcón, dejando que el viento agitara su pelo.
Se quedó mirando al exterior, un poco ensimismada.
No sé cuánto tiempo pasó, pero una voz llegó desde arriba:
—¿Por qué estás sentado aquí?
Leila iba a decir algo más cuando Ismael continuó:
—Está cerca del hotel donde van a rodar y cerca de mi oficina.
—¿El hotel ya está reservado? —Leila está conmocionada.
—Casi.
—Ni siquiera recibí el mensaje, ¿cómo lo supiste? —Leila dijo desconcertada.
—Porque les hice un descuento —dijo Ismael.
Leila guardó silencio antes de decir:
—Me moveré entonces.
—Volveré mañana temprano —Ismael se incorporó lentamente.
—No, no, haré que mi ayudante y mi chófer vengan y me ayuden a moverlo —se apresuró a decir Leila. Luego añadió, —Por cierto, tengo que salir mañana por la tarde, así que puede que llegue un poco tarde.
—¿Tienes trabajo? —preguntó Ismael.
—No, para una fiesta de compromiso.
—¿Es Torres Celiux? —preguntó Ismael, después de pensarlo un momento.
Leila pensó que el nombre le sonaba, sacó su teléfono, miró la invitación de compromiso que Yasna le había enviado y al instante sus ojos se abrieron de par en par:
—¿Lo conoces?
—No, tiene negocios con mi empresa y me envió una invitación el otro día.
Leila pensó que era demasiada coincidencia, pero pensándolo mejor parecía tener sentido.
Ismael era ahora el nuevo chico de moda en la Ciudad Sur, y había unas cuantas personas que querían conocerle, así que debía de haber recibido muchas invitaciones.
—Entonces, ¿vas a ir?
—Hay una reunión mañana por la tarde, y estaré allí temprano cuando termine —dijo Ismael.
Leila asintió lentamente.
Ismael cogió su teléfono, dio unos golpecitos con el dedo en la pantalla y la envió.
—Aquí está la dirección, y la contraseña es tu cumpleaños.
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Los comentarios de los lectores sobre la novela: Mi pretendiente es mi EX-MARIDO
Quiero el finall...